jueves, 31 de diciembre de 2009

Avatar(es)

En estos días navideños he pensado mucho en Nostradamus, porque he recibido un par de extrañas y proféticas señales, como para irme acostumbrando a lo que sin duda será un 2010 diferente, incluso extravagante. Como la familia Wittgenstein.

1. Compro cuatro entradas por teléfono para los madrileños cines Principe Pío, para la sesión de las 22:00. Cuando llego a la taquilla de los cines, no consigo retirar las entradas con la tarjeta con la que he realizado la compra. Hablo con el personal del cine, que se pone en contacto con Servicaixa y me confirma al cabo de un rato: "Ha sacado Vd. entradas para el Principado de Asturias, concretamente Luarca". Debo poner unos ojos hiperbólicos, porque el encargado me da unas palmaditas en la espalda y añade, casi cariñosamente: "Aunque parezca extraño, a veces ocurren estas cosas. Hable Vd. con el banco y que le devuelvan su dinero, pero lo que es hoy no podrán ver la película. Está lleno".

2. Llegan R., B. y el pequeño P. en avión a Madrid, con mucho retraso (gentileza de nuestros controladores aéreos, que por lo visto deciden más que el Ministerio de Fomento), así que no llegarán a tiempo para tomar el tren de Chamartín a Medina del Campo. Me acerco con C. a la estación para solidarizarnos con ellos y buscar una solución. En Chamartín, la locura: retrasos generalizados, personal de Renfe al que preguntas y no tiene ni idea de nada, cambios de vía...Nuestros amigos llegan con la lengua fuera, pero consiguen entrar en el tren previsto porque sale con más de una hora de retraso. Fue una regresión a nuestro pasado más casposo y berlanguiano.

(Unos días después, envío una reclamación por escrito, muy currada, a los de las entradas. Me llaman y les digo que no tendré más remedio que llevar el caso por lo legal; mano de santo, se deshacen en genuflexiones telefónicas y además de devolverme el dinero me regalan otras cuatro entradas)



lunes, 28 de diciembre de 2009

La familia Wittgenstein

Acabo de terminar La familia Wittgenstein, de Alexander Waugh (nieto del famoso Evelyn, el de Retorno a Brideshead). Un libro apasionante y adictivo sobre una familia que no encajaría exactamente en el modelo preconizado por Mr. Rouco Varela, ya que en sus filas encontramos a suicidas, homosexuales y en fin, a gente muy promiscua y descreída.

Un padre autoritario y despótico y una madre gallinácea y sin personalidad, esa parece ser la fórmula para que los nueve hermanos fueran profundamente infelices la mayor parte de sus vidas. Tres varones se suicidaron, una de las hijas fue la secretaria-esclava del padre mientras vivió, Paul -que iba para gran pianista- perdió una mano en la guerra (aunque parece que siguió tocando, y con éxito) y Ludwig era el tipo más extravagante que uno se podía encontrar: no por haber sido involuntario compañero de pupitre de un tal Adolf Hitler (ver foto), sino por haber escrito una obra filosófica cumbre (el Tractatus logico-philosophicus) que al parecer no entendía ni él mismo; por pasar de todo y ponerse a trabajar de jardinero en un monasterio; y por no llegar el mismo a suicidarse en varias ocasiones apelando al adagio del tercer cuarteto de Brahms. Finalmente, murió de cáncer y obsesionado por el color, cual Goethe.

Los Wittgenstein se soportaban mal. Sólo había una cosa que les unía: la música. Cuando tocaban juntos, o con motivo de algún concierto organizado en casa (vivían en un fabuloso palacio vienés con salas dedicadas exclusivamente a ese fin) componían una familia perfecta y casapraderil. A aquellos conciertos asistían tipos apellidados Brahms, Mahler, Schumann o Strauss. Y también alguien llamado Sigmund Freud, al que suponemos desbordado por el trabajo que le daría aquella familia, un tesoro para el psicoanálisis.

El libro recuerda al estupendo El mundo de ayer, de Stefan Zweig (otro suicida, por cierto). Es decir, la Viena finisecular y lo que quedaba por venir: la caída del Imperio austrohúngaro y el fin de "la edad de oro de la seguridad". Y hasta ahora.






Vasili

Casi como en el relato de Monterroso, cuando llegué Vasili todavía estaba allí. En la cocina, pintando. Habían cambiado la caldera hacía tiempo y después de tapar los agujeros, faltaba darle un poco de lustre.

Vasili es ucranio o ucraniano, que lo mismo da. De Kiev. Lleva años en España y trabaja en lo que sale, un baño roto por ahí, unas manos de pintura por allá. No habla mucho castellano pero se hace entender. Le miras a los ojos y encuentras en su mirada una mezcla de dureza, tristeza y ternura. La conexión eslava, piensas.

Vasili acaba de terminar la faena, que parece perfecta. Y encima ha dejado la cocina más limpia y ordenada de lo que estaba cuando entró. Igualito que la otra faena, la que te hizo hace tiempo el Tío Vinagres en la casa de Vallecas: cuando terminó de pintar se largó y dejó la casa que parecía territorio comanche. No protestamos porque al Tío Vinagres mejor no decirle nada, su mirada no era eslava sino más bien de Puerto Hurraco. Era un gran pintor de brocha gorda, pero daba miedo. Entre otras barbaridades, se decía que su mujer era a la vez su hermana y que por eso la hija había salido así de horrenda.

Vuelvo a Vasili. Le ayudo a bajar los trastos a la calle, mientras viene su compañero a recogerle en coche. Hace mucho frío, yo voy con el plumas y él con camiseta y poco más. "Menos quince grados hoy Kiev", me dice. El compañero se debe haber extraviado porque llevamos una hora esperando y no aparece. Voy camino de convertirme en puro carámbano, pero me digo a mi mismo que debo seguir ahí. Con Vasili, mon semblable, mon frère, al que nunca más volveré a ver.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Ahí está la puerta

Uno no simpatiza con los nacionalismos pero los asume, siempre que no sean violentos. Y es curioso que en territorios donde necesidades digamos más urgentes acucian (qué rayos querrá decir acucian), esa -la de los nacionalismos- es una cuestión que suena tirando a marciana.

Últimamente sale mucho en los medios un señor apellidado Laporta (se nos ocurre que en la estructura profunda saussuriana vendría a significar "Ahí está la puerta"), al que los unamunianos hunos y otros glorifican o denuestan hasta la saciedad (¿o era suciedad?). En todo caso, a mí el tipo no me cae mal, digo yo que tiene derecho a tener las ideas que quiera y a emborracharse en una discoteca si le peta. Aunque sea presidente de algo más que un club.

Hoy he tenido que leer dos veces la entrevista que trae El país para creerlo. Hay unas cuantas frases que en manos del Wyoming o de Buenafuente podrían dar mucho juego. Una es la de "Están matando a Cataluña y tenemos que reaccionar" y la otra, interpelado sobre la cuestión del referéndum, cuando afirma que "No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra". Yo no sé si había ingerido alguna sustancia psicotrópica en el momento de la entrevista, pero si de verdad ha sido sincero (pues no es descartable que haya pretendido echar más leña al fuego y atraer a algún incauto a la hoguera nacionalista), creo que se lo tendría que mirar. Lo que no sé es dónde, si en el loquero (para que le quepa en la cabeza que lo normal es que haya tantos asuntos como opiniones) o en la guardería (para estar con personas de su mismo nivel analítico).

Ay dios, si es que los sacas del fúmbo y sólo dicen (más) tonterías.

martes, 8 de diciembre de 2009

De pelotaris y otros níscalos

Hubiera seguido leyendo las Lecturas no obligatorias de Wislawa Szymborska ("Sólo lo estoy leyendo-un libro sobre bichos semidesconocidos- porque, desde pequeña, me produce placer acumular saberes innecesarios"), pero habíamos reservado para cenar. Claro que si llego a saber que el secreto menú-degustación incluía bacalao y manitas de cerdo, hubiera practicado el ayuno (voluntario).

Menos mal que después de la indigesta cena pudimos novelar un poco. El argumento estaba ahí mismo, una tertulia con el micólogo y el pelotari, el uno defendiendo el derecho a un consejo regulador de la seta soriana mientras despotricaba contra los catalanes que esquilmaban el rovellón de la zona para venderlo en tierra estatutaria, y el otro enseñándonos la cesta de mimbre con la que detenía la bola a 200 kilómetros por hora, para volver a lanzarla contra el muro a igual velocidad.


En un momento dado, el pelotari -seguramente envalentonado por el alcohol que ahí se trasegaba- propuso al micólogo (y dueño de la casa rural) practicar un poco la cesta punta, en vez de con pelotas homologadas, con castañas. La cosa tenía su poesía, digamos rural. Y hubiera estado bien, para dar un final curioso a la novela que estábamos viviendo (Trapiello: por doquiera que va, lleva el hombre su novela), pero el temor a la rotura masiva de cristales hizo que no prosperara la moción.


Si nos hubiera acompañado la Szymborska, hubiera tomado nota de las setas saprofitas y su acción en el ecosistema de Gredos. Pero como no asistió, aquella conversación quedará en el limbo literario, y sólo estas líneas profanas podrán recoger, insuficientemente, todo ese saber innecesario.

viernes, 20 de noviembre de 2009

De alakranas y alacranes

Me alegro mucho por los tripulantes del Alakrana: salieron con vida. Supongo que la mayoría son unos pringaos (como Vd -amable lector- o como yo), y hacen lo que les mandan para llevarse alimento al buche. Dicho lo cual, me parece vergonzoso que ningún medio de comunicación serio (ni siquiera El Jueves o El Gran Wyoming) haya insistido lo más mínimo en el hecho de que tanto el Alakrana como los demás pesqueros que faenan en aguas somalíes pertenecen a flotas dedicadas a la Pesca Ilegal No Declarada y No Reglamentada (INDNR, o IUU en siglas inglesas).

Es decir, que al no estar sometidos a ningún control, esta gente se aprovecha de la incapacidad del estado somalí de vigilar y controlar sus propias aguas y zonas de pesca, sacando una pasta luego con la venta de lo que han rapiñao a gran escala. Además, los pesqueros de las grandes potencias esquilman todo el pescao que en justicia pertenece al pueblo somalí, y que ya no pilla ni atunes a un par de kilómetros de la costa (que es lo más lejos que pueden ir con sus modestísimas embarcaciones).

Total que uno se pregunta (mientras se acuerda de la canción: el alacrán, el alacrán, el alacrán te va a picar...): En esta historia, ¿Quién es más pirata?

martes, 17 de noviembre de 2009

de emociones e inmigrantes

Decía P., la madre de C., que quizá éste blog peca de frío. Que le falta sentimiento, vaya. Puede ser; pero digo yo que la poesía necesita de otros espacios, no de este. No podría airearla en público, aunque parece que quien lee estas ocurrencias es gente -anónima, o eso dicen- muy cercana. Ni aún así.

Hablando de poesía, la que hace el mexicano J. E. Pacheco. Dura, sugerente, exacta. Pero también la de A., la hija de mi muy querido C. (aún en la distancia), que me envió unas líneas preciosas. Sé que A. dará en artista -ya ha hecho sus pinitos-, y algo de artístico, de emocionante, tenía su corto mensaje. Aunque quizá ella no lo sepa.

También me emocionó, pero negativamente, lo que vi y escuché hace unos días. Bajé a un cibercafé con fondo de discoteca a grabar unas cosas para la universidad. Unas cosas de voz, quiero decir. Le dije al peruano (creo que lo era) que bajara la música, y me puso cara de acelga (gracias por el hallazgo, P.). Pero la bajó. Él estaba de palique con una pobre mujer (aunque más que palique ahí había un monólogo: el suyo), cuando entró un paki que vendía flores. El peruano le dijo a gritos que se fuera, que a ver si no se había dado cuenta que "estaba en plena conversación". No es la primera vez que veo a un inmigrante portándose como el peor de los racistas con otro inmigrante. Pero esta vez fue tremendo. Cuando me fui le miré despectivamente, pero dudo que le importara mucho. Los imbéciles, independientemente de su nacionalidad, no atienden de sutilezas.

Pla-neando

"Escribir muchísimo es un placer, sobre todo si se tiene algo que decir". La cita es de Pla, a la que añado otra con la que quizá debería haber iniciado esta entrada: "Debería haber un lugar en el infierno para aquel que comienza un texto con una cita". Esta no sé de quién es, pero cuando la leí me entró la risa.

Hablando de Pla, hilando citas llegué hasta un curioso blog (http://http://elquaderngris.cat/blog/?m=20080308), en donde se ha ido recordando todo el Cuaderno Gris, la gran obra del de Palafrugell que comenzara con veintiún añitos. El diario comienza así: "Como hay tanta gripe, han tenido que cerrar la Universidad". Por el tema, podría haberlo escrito estos días; por el estilo, no creo, porque ahora no se hacen libros tan logrados como ese. Lo que se hace ahora responde en general al modelo Dan Brown o Mr. Nocilla-Dream, libros que cuando llevas tres páginas tienes que cerrarlos con urgencia, porque de seguir la urticaria (mental) es segura. De Pla recuerdo una entrevista con Soler Serrano, en donde decía con su aspecto de camperol català -boina incluida- que él fumaba para lograr el adjetivo preciso. Insuperable.

Pla: "La família! Cosa curiosa i complicada…". Tenía que haberlo recordado y repetirlo en la entrada sobre la famiglia, que aún sigue coleando. Con seis palabras consigue decirlo todo sobre el controvertido asunto, y por si fuera poco esos puntos suspensivos...










viernes, 13 de noviembre de 2009

La familia del jazz


C. me aconsejó que mejor no hablara ni de política ni de religión en este blog, porque son temas polémicos. Aprecio mucho a C. (como él bien sabe, y aunque me cueste cada vez más localizarle), pero debo decir que precisamente porque son polémicos me gustan. ¿Y acaso no es más enriquecedor dialogar con los que no piensan como nosotros? Eso sí, siempre que la cosa no pase del diálogo a las manos. Que en este país cainita nunca se sabe...

En todo caso, y para mi sorpresa, resulta que hay un tercer asunto también polémico: la famiglia (véase entrada anterior). Y como nunca segundas partes etcétera, no tornaré a ella sino que hablaremos de cualquier otro tema.

Por ejemplo de jazz. Asunto del que yo no sé nada o casi nada.

¿Y qué es jazz? Para empezar un mundo; sus ramificaciones son muchas, desde los Amstrong, Silver, Parker, Coltrane, Evans, Miles Davis (el Kind of Blue de estos tres últimos: un clásico entre los clásicos), hasta las revisiones del maravilloso Eddi Higgins Quartet o la voz de Stacey Kent. ¿Hacía Frank Sinastra jazz, o casi? Y luego están las fusiones...

En el Central de Madrid, mítico lugar de jazz, he escuchado algún buen directo. Pero el que más disfruté fue el de Krahe hace unos años. Aunque eso ya no sea jazz. Suele ofrecer su sorna cantautora -siempre bien acompañado- por Navidad. El año pasado llegamos una hora antes del concierto y ya estaba lleno...Este año subo la apuesta a dos horas antes, a ver qué pasa.

viernes, 6 de noviembre de 2009

La famiglia, sai

Ah, la familia. Esa institución dicen tan necesaria, columna vertebral de la sociedad. Pero como todas las instituciones que han sido y serán, huele. No sé si a podrido -como en Dinamarca-, pero sí a artificio, a asunto de sangre que puede llegar al río. Pensamos que es bastión de Occidente, pero vete a países musulmanes o al lejano oriente. En el mundo islámico, alguien que viva sólo o con alguien y sin hijos está peor que mal visto. En China, la familia es capital y no se puede dar un paso sin que los padres digan la última palabra, aunque tengas 50 años. Sé que generalizo, pero en todo caso me temo que esta vida nuestra gira en torno a una visión obsoleta y pobre, muy pobre, de la realidad humana.

Y a santo de qué estoy contando esto si la mia famiglia ha demostrado con creces ser solidaria, generosa, amorosa. Aunque la distancia también haya ayudado.

El imaginario colectivo. Desde el tratamiento ñoño-idílico (La casa de la pradera) hasta el horror (la familia Adams y últimamente la omisión de la familia Coleman), pasando por escenarios antropo-psicológicos de todo pelaje: la familia -¿el padre?- de Kafka; El Padrino, La Famiglia scolana, Los Hollister, Con ocho basta, La gran familia y sus secuelas, La saga de Gerald Durrell...La lista es interminable.

viernes, 30 de octubre de 2009

El Otoño, doblemente armado

¿Es cierto que la vida está en otra parte? Si afirmativo, ¿Alguien me puede aclarar dónde? ¿En N.Y., donde se encuentra M.? ¿Quizá en Cambridge, donde todavía estará dando clase W.? ¿O puede que en Schwabach, lugar de residencia de B.? ¿Y por qué no en Sao Paulo -faz favor-, donde seguirá L.C., con sus músicas? Aunque igual es todo más sencillo y ahí está, aguardando en Puerto Hurraco.

Llega el otoño (quien lo diría, con estos días azules y este sol de la madurez) y vuelven las viejas preguntas. Si me leyera el maestro A., me aconsejaría que me dejara de monsergas (qué rayos querrá decir monsergas) y me dedicara a vivir en plenitud este momento. Y luego el siguiente, y así sucesivamente.

En El bandido doblemente armado hay libros en oferta: parece que cierran la parte de librería y dejan la zona de cafés/copas/encuentros. Hasta allí me acerqué, disfruté de un par de gin-tonys con C. y sus amigos, y me fui a husmear el material. Compré uno de Tobias Wolff y otro titulado Nosotros, los solitarios, quince o veinte relatos de otros tantos autores editados en Pretextos. Resultó curioso ver hermanados -pues uno seguía al otro- el relato de Trapiello y el de Vila-Matas, siendo dos escritores que en la vida real se desprecian más que cordialmente. Una lectura posible del libro -ya que las otras han resultado perfectamente prescindibles- sería que el bueno de Borrás hubiera escrito con su libro-homenaje un relato simbólico y sin palabras sobre la paz, en su intento de reconciliación sutil y metafórico de sus dos furiosi scrittori. Nunca lo sabremos.

viernes, 23 de octubre de 2009

Ciudad de Gallardón


Si trabajas por la llamada zona noble de la Ciudad de Gallardón, salir a comer puede ser toda una aventura. Si te atreves, mejor ir pensando en otras cosas para no mentar de continuo a a la madre del cordero, digo del regidor (se adjunta logo de Madrid 2020). Hoy toca el juego de las películas conexas. Ciudad de Dios, por ejemplo, de la que cada vez le separan menos cosas. También En construcción, ese bodrio vitoreado por los cinéfilos que van de modernos. Pero sobre todo Senderos de Gloria; imagino que voy sorteando las trincheras con riesgo inminente de caer en alguna zanja o de recibir una caricia de las grúas residentes.

La zona noble de la Ciudad de Gallardón se conoce también por barrio de Salamanca, ahora eviscerado y lleno de obreros que rebajan el nivel de tontería del lugar; algo hemos ganado. Y si se supera el Territorio Comanche (de esto no sé si se hizo peli, aunque sí hay libro) llegarás a tu destino: Casa Dani o el Cebreros, arroz con bogavante a 10 euros, incluyendo entrantes, bebida, postre y café. Al menos hoy, hemos ganado la batalla; mañana, Gallardón dirá.
























lunes, 19 de octubre de 2009

Paracaidistas en Mont Saint Michel

Una amable y anónima lectora nos sugiere contar algo del Mont Saint Michel, ya que ella no pudo ir (y mira que insistimos en que nos acompañara). De acuerdo.

El enclave es excepcional, y la edificación sencillamente admirable para los tiempos que corrían, allá por el siglo X. La vista desde el claustro es sobrecogedora. Pocas veces un nombre fue tan bien elegido: La Maravilla. Dicho esto, hay que avoir de la patience un montón, porque las hordas turísticas tienen tomada la localidad entera, y hay que abrirse el paso a codazos y escuchar a la muchachada ulular sin pausa.

El interés del lugar tiene que ver también con las mareas; alguien nos dijo que oscilaban a la misma velocidad que un caballo al galope. El símil es tan hermoso que me importa un bledo si es cierto o no. En todo caso, no se te ocurra dar un paseo o dejar el coche sin tomar un mínimo de precauciones informativas, porque va en ello tu vida.

Ya al salir, mientras íbamos hacia el coche, vimos a un avión nodriza parir una docena de hijitos paracaidistas; la imagen era tan inusual y plástica que C. -normalmente comedida a la hora de apretar el botón- no paró de hacer fotos. La mamá aeronave pasó de puerperios, dio otra vuelta y volvió a soltar otra camada. Y otra más. Tenía su punto la escena, aquellos hombrecillos cayendo, con ese fondo nublado y un vago recuerdo de guerras y desembarcos.

martes, 13 de octubre de 2009

De vuelta

Tenía que haber escrito esta reseña hace tres semanas, después del viaje a Bretaña. Pero fui succionado por la realidad académico-laboral y...Hasta ahora. De vuelta, sí, aunque no sé bien de qué ¿De un viaje? Pero si todos los días emprendo uno, aunque sea mental ¿De todo, entonces? Espero no estarlo nunca y dejarme algo, siempre.

Viajar a Francia nunca defrauda, tampoco a Italia (bueno, eso será hasta que te topes con el Merlusconi en su dominio de Cerdeña, te dices). Así, vimos decenas de hermosísimos castillos, pero el único inolvidable de verdad fue el de Montaigne. Se encuentra cerca de Saint-Emilion, un precioso pueblo en plena zona vitivinícola de Burdeos. Allí, me acuerdo bien, le pregunté a una joven y educada mademoiselle que estaba informando sobre la cosa turística: Où est Montaigne? Y la tía va y me dice que nada de Montaigne, sino Montagne -que es otro pueblo distinto-. Le pregunto si ha oído hablar alguna vez de Michel Eyquem de Montaigne, autor de unos ensayos memorables y escritor francés de primer rango, y me dice que ese quién es. Sonrío y me digo que no puede ser verdad. Pero sí: desconocía todo sobre el bordesano.

Uno, en su naïvité secular, piensa que no se trata siquiera de haberse leído los susodichos ensayos, pues es tarea ardua y exige algo más que constancia. Pero mon dieu, ser francesa y mayor de edad, supuestamente no analfabeta y no saber quien es Montaigne...Supongo que el equivalente es que un español con relativas luces no sepa quien es un tal Cervantes.

Total, que con esa congoja en el alma (la de pensar que era yo el que estuve confundido todos estos años, y que nunca existiera Montaigne), nos dirigimos como mejor pudimos al castillo del escritor cuya obra más conocida era libro de cabecera del maestro Orson Wells, sin ir más lejos. Y allí visitamos la torre donde el escritor dormía, recibía, escribía. El resto del castillo es a día de hoy propiedad privada; pero alcanzamos a divisar el paisaje -digo yo que algo cambiado- que también vería Montaigne, con todo el poder de evocación intacto. Al fondo, costaba encontrarlo, se hallaba el castillo del gran amigo de Montaigne, Étienne de la Boetie, a cuya muerte fueron escritas algunas de las frases más hermosas que sobre la amistad uno ha leído.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Sobre viajar


El viaje comienza cuando uno ya ha decidido donde irá. Los preparativos, la ilusión. También es cierto que se viaja de otras maneras, por ejemplo leyendo un buen libro; o haciendo un viaje astral, que encima sale más barato. Pero uno es un clásico, y a veces quiere emprender el viaje físico, que también será mental.

Hace poco conocí a Santos, viajero impenitente, con blog (http://santosysublog.blogspot.com/) y programa de radio propios. Un ser libre. Le conté que desde pequeño siempre quise ir al Tibet pero que ya no, salvo que las hordas chinas -en su versión etnia han- lo dejaran todo como estaba antes de tan funesta invasión. Me dijo que lo entendía, aunque él sí quiso entrar -de forma digamos heterodoxa- y claro, le cogieron los chinos...Iba en el maletero de un coche. Emprende ahora por segunda vez etiópico viaje; en su opinión, una experiencia más potente que la que provoca Japón. Qué diría la Coixet.

La Bretaña francesa. Uno no es Chatwin (ni lo querría ser, para qué), así que hará el trayecto convenientemente vehiculizado. Para llegar allí, pasaremos por San Juan de Luz y rendiremos tributo al señor de Montaigne no lejos de Burdeos (por cierto que el de la Montaña dejó escritas magníficas frases sobre el viajar). Visitaremos algún castillo sobre el Loira para llenarnos de glamouroso esprit, beberemos buenos caldos del lugar, y estaremos preparados para desobedecer el hipotético programa optando por carreteras secundarias de incierto destino.

Leo unos cuantos foros de viajeros, y me estreso. Jornadas programadas con antelación y al dedillo. Decenas de lugares cada día; hasta los restaurantes donde comerán. No quiero eso, prefiero sorprenderme con lo inesperado, sean gentes, lugares o construcciones. Y sabemos que, al fin y al cabo, estaremos bajo la protección de Belsamen y Teut...

lunes, 31 de agosto de 2009

Medea by Portillo

C. ya adelantó que no era buena la idea de hacerse 333 kilómetros en coche para ver la Medea de Blanca Portillo. Pero qué queréis, uno tiene sus debilidades. A BP la descubrí en "La hija del aire" adaptada por Lavelli, donde construyó una Semíramis superlativa entre actores/actrices perfectamente olvidables. Una de las poquísimas veces que me he levantado de la butaca para aplaudir, silbar, y lo que hiciera falta. Y desde entonces le sigo la pista, excepto en lo que atañe a las series de televisión españolas que por lo general me hacen bostezar.

En fin, que saqué entradas para ver a mi amada actriz en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, pensando que si no me gustaba la obra siempre podía admirar el maravilloso anfiteatro y degustar a la salida los ibéricos de escándalo que sirven en El Yantar, bar-restaurante situado justo enfrente y este año además con terraza.

¿Que si me gustó, la portillana Medea? Como dicen los alemanes, jain. O sea, que ni sí ni no, que más o menos, que ni fu ni fa. Esperaba más, quizá otra actuación divina de la Portillo; pero entiendo que es humana y por ello no puede ser siempre sublime. La puesta en escena resulta interesante, aunque un exceso de moderneces innecesarias tipo coche-con-caravana recorriendo el escenario de un lado a otro acaba cansando. El descubrimiento esta vez fue Asier Etxeandía, que borda un Quirón sacado de la manga panduriana, conmovedor y sugerente.

Nada que objetar en cuanto al márketing; todos los medios hicieron críticas estupendísimas de la obra, cuando no era -ni mucho menos- para tanto. Haro Tecglen, que estás en los cielos...

jueves, 27 de agosto de 2009

Artistas y meapilas

Estuve hace unos días en la exposición de la Leibovitz en Alcalá 31. Ya sabéis, la retratista del artisteo, preferentemente estadounidense: Pitt, Smith, Lennon, Kidman, Johansson, Di Caprio. Pero también de otro artisteo, éste más cercano al vodevil: inolvidable la foto de familia de los Bush, Cheney, Rice & Co, que me recordó nada más verla a aquel cuadro goyesco de la familia de Carlos IV en el que se percibía toda la hediondez moral de los miembros de tan real estirpe. Vi también, y me emocionaron, las fotografías del padre y de Susan Sonntag nada más morir.

A propósito de la Sonntag, según el cartel explicatorio de la entrada ella y Anne Leibovitz eran "grandes amigas". Hay que ser meapilas; digo yo que lo suyo era decir simplemente que eran pareja o compañeras sentimentales, pero claro, igual es demasiado fuerte para nuestros débiles organismos (mentales). Cortesía de los bienpensantes organizadores de eventos culturales quienes, por lo que se ve, echan de menos el legado de grandes figuras político-espirituales de Madrid, tipo Álvarez del Manzano. Y ahora que lo pienso, la exposición fue inaugurada a bombo y platillo por Esperancita Aguirre acompañada de todos sus consejeros, y claro...

lunes, 24 de agosto de 2009

Fiestas de pueblo

Hacía varios lustros que no iba a unas fiestas de pueblo, que al menos en España transcurren preferentemente durante el mes de agosto. En Valdelagua del Cerro, provincia de Soria, no había (afortunadamente) encierros, pero sí gentes de nombres tan antiguos como los de Domicio, Emigdio, Amada o Agripina. Unas fiestas modestas y simpáticas, con su paso del Cristo y su puja por las roscas de la Virgen, una suerte de subasta con más colorido que las de Sotheby´s. Por las noches venía un grupete musical o una disco móvil, y el personal le daba al baile (o a algo parecido) mientras sonaba el inefable Paquito El Chocolatero. ¿Y cómo aguanta uno el ritmo de unas fiestas populares, acostándose a las tantas y despertando poco después a causa del incesante chunda-chunda? Pues a base de siestas...Y de la Bombay Saphir, que un ángel celestial del improvisado bar de la plaza nos procuró para los gin-tonics.

viernes, 21 de agosto de 2009

Más vieneses célebres

Pocos turistas había en la casa-museo de Sigismund Schlomo Freud. Histórico lugar el de la Bergasse 19; y bien que te lo cobraban, nueve euros por ver una pila de fotos y alguna estatuilla antigua de la colección freudiana. Lo más relevante (incluido el famoso diván) está en Londres. Interesantísima la documentación sobre la llegada de los nazis a Viena y la salida pactada hacia Londres del padre del psicoanálisis.
Y digo pactada porque, según se cuenta, los de la cruz gamada le obligaron a firmar un documento donde debía indicar que había sido tratado con consideración por la policía nazi. Entonces Freud les preguntó si podía añadir en el documento la siguiente apostilla: "Recomiendo encarecidamente la Gestapo a cualquiera". No sabíamos del profundo sentido del humor del anciano judío, y tampoco sabemos porqué no le descerrajaron seis tiros ahí mismo, ya que no creemos que la boutade les hiciera mucha gracia a esos tipos tan grises. E insistiendo en su fina ironía, y ante la quema pública de sus libros pocos años antes, dijo: "Es innegable que el mundo avanza. En la Edad Media me hubieran quemado a mi, ahora basta con quemar mis libros".

Otto Wagner es a Viena lo que Gaudí a Barcelona. Bueno, también hay unos engendros de un tal Hundertwasser, pero ya que el gusto es libre me permito dejarlo absolutamente de lado.

Y sí, se encuentran obras de Wagner por toda Viena. Una de las más interesantes está aproximadamente donde cristo perdió el mechero, es decir, bastante lejos. El viajero tuvo que salir de la ciudad en autobús y llegar después por sus propios medios (es decir, sus propias piernas) a un hospital psiquiátrico, para así terminar en la Kirche Auf dem Steinhof, otra maravilla del Jugendstill. Aunque el viajero deberá reconocer que no permaneció allí mucho tiempo: por un lado, la iglesia estaba cerrada (os odio, amables informadores del hotel), y por otro, se vio rodeado por tres o cuatro grupos de enfermos mentales que le recordaron inmediatamente a varios Doctores Mabuse juntos. Pies para qué os quiero...

Un último inciso. En otro edificio muy particular, el de la Secesión vienesa (que algunos bienpensantes de principios de siglo XX pensaron en quemar, por atentar contra el verdadero arte), se encuentra el Friso de Beethoven. Estuve a punto de no ir porque ya había visto una copia más o menos autorizada en la madrileña Fundación March, y menos mal que cambié de opinión. Me quedé sin palabras; y no sólo porque el original es bellísimo, sino también porque el gorila que sale representando el mal...¿No es clavado al cinematográfico King-Kong, que tardaría todavía unos años en asustar al mundo?

martes, 18 de agosto de 2009

Sí sí, Viena. Sissi, Emperatriz...

El viajero se cree intrépido por haber reservado a través de Internet una habitación de hotel a buen precio en la capital austríaca. Pero nada más traspasar la puerta de entrada del Hotel Kaiserin Elisabeth se da cuenta de su craso error: la Kaiserin no es otra que la Sissi de nuestras pesadillas infantiles (ya de pequeño me producían urticaria las películas de la Schneider). Fotos, cuadros, alfombras, hasta las cortinas recuerdan a aquella prematura reina del kitsch.

(Otra cosa será contemplar su tumba en la Cripta de los Capuchinos, que reune cerca de un centenar de sepulturas de los Habsburgos austríacos: entonces nos despertará un sentimiento de ternura, siendo su féretro tan modesto en comparación con el imponente del kaiser Francisco José, y también por ser el único al que acompañan unos cuantos ramilletes de flores frescas).

En agosto, Viena es una ciudad tomada por los turistas. Supongo que como cualquier otra capital europea, pero ahora mismo no estoy en condiciones de hacer un estudio comparado sobre el tema. Para superar el trauma digamos sissiano y evitar en lo posible las hordas, me digo que nada mejor que visitar lo atípico y escasamente céntrico. Así que empiezo por el Zentralfriedhof, el cementerio donde están enterrados individuos de apellido Brahms, Beethoven, Strauss y por ese estilo. Con todo, la gracia del asunto no estriba en imaginarse las conversaciones de ultratumba que tendrán esos genios, sino en pasarse por la iglesia Jugendstill del cementerio. Sorprendente.

Hay otra cosa que quería decir. Me he resistido hasta ahora para no herir sensibilidades. Pero no puedo más, lo digo ya: el Danubio no es Azul...

domingo, 16 de agosto de 2009

Deutschland über alles (o casi)

Mal empezó el viaje. Y eso que durante el vuelo un grupo de lolitas finlandesas me había distraido de las potentes turbulencias externas. Muy vistosas (las turbulencias no; las lolitas), pero qué bulla armaban las jodías. Para que luego digan que los ruidosos somos nosotros, los ejpañoles. El caso es que el avión de Lufthansa había salido en hora del aeropuerto de Madrid, pero llegó con retraso a Frankfurt y no llegué a tiempo para la conexión con Nürenberg. Servidor lo intentó todo, fue corriendo con la lengua fuera hasta la terminal establecida, pero cuando quiso acceder al control de pasajeros la Frau Rottenmeier de turno le espetó un sonoro NEIN!! que, unido a la cara de acelga o acelguen de la germana, dejaba muy a las claras que ahí no tomaba un vuelo más ni el tato. Reclamación al canto y noche en el Intercity Hotel del Aeropuerto de la financiera villa.

En el hotel pego la hebra con un hongkonés, Cheng, que me cuenta su vida en clave de business. Sin aficiones, sin planes. Sólo el business, qué pesao. Menos mal que lo arregló un poco pagando él las cervezas.

Al dia siguiente tomé el primer vuelo Frankfurt-Nürnberg y desde allí en tren a Schwabach, a casa de B. y R., y ahora también del pequeño P. Unos dias alegres y tranquilos, entre excursiones en bicicleta por paisajes de (ni te) cuento y amenas conversaciones por la noche en el jardín. La vida debería ser siempre así, estar con las personas a las que queremos y permitirnos algunos placeres sencillos: una copa de vino al anochecer y en buena compañía es uno de ellos.

Después de aquellos dias apacibles y hermosos, que fueron diríamos de una rara perfección (incluso el pequeño y dulce P. ya alcanzaba a llamarme casi por mi nombre, Bálasz me decía, creyendo quizá que uno era de ascendencia húngara, lo que sin duda tiene más caché), estaba dispuesto a olvidar el sabotaje de Lufthansa, pero hete aquí que cuando estoy esperando en la estación el tren que me llevará de Nürnberg aViena anuncian por megafonía que llegará con una hora de retraso. Ahora soy yo el que exclama NEIN!!! para sus adentros. Y es que como dice la canción, los tiempos están cambiando; la otrora incontestable puntualidad germana, en entredicho.

sábado, 8 de agosto de 2009

Una de Woody Allen





Ella, en terapia racional emotivo-conductual. Él, en psicoanálisis, dos sesiones por semana. Deciden de mutuo acuerdo asistir también a una terapia de pareja, que posteriormente les llevará a otra terapia, esta vez con varias parejas más. Y después de esta digamos terapia de cierre de círculo psicológico-vicioso, que tiene lugar durante un fin de semana en un chalet de un pueblo de la sierra madrileña, vuelven en su coche a la capital con otra pareja que no dispone de medio de transporte, pero sí de otras varias terapias tras de sí. Resumiendo: acaban los cuatro en casa de la pareja desvehiculizada tomando un café. Y como el que no quiere la cosa, deciden hacer los cuatro allí mismo, en el salón, terapia de la terapia de la terapia de la terapia.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La criatura de Liniers



Me introduje en el mundo de Macanudo en Buenos Aires, gracias a una librera muy simpática que me indujo a leer sus tiras. Yo le había preguntado por un libro de Borges, pero no lo tenía; seguramente salí ganando con el cambio. Desde que leí ese primer volumen de Macanudo –el insigne ciego me perdone- seguí a Liniers de cerca. Y sé que no soy el único, pues otras gentes más cualificadas que yo como Juanjo Sáez, Maitena o Calamaro demuestran su buen gusto declarándose admiradores suyos. ¿Y cómo definir a Macanudo? Tierno, divertido, extraño, sugerente...único.

Ayer realicé mi buena acción del día comprando en La Central de Elisabets dos ejemplares del macanudo quinto volumen; uno, claro, para mí, y el otro para una pareja amiga. A la gente que se quiere hay que darle siempre lo mejor.

Ya por la tarde, tomando el último café con aquella pareja amiga de la que hablaba y antes de tomar el vuelo a Madrid, comprobamos con sorpresa que el local se llamaba...Macanudo. Lo juro. Eufórico, comenté la simpática coincidencia con el camarero que atendía detrás de la barra, pero no pareció muy entusiasmado. Él se lo pierde, si hubiera mostrado algún interés hubiera sido capaz hasta de regalarle mi ejemplar. Todo por diseminar por el mundo el virus Macanudo.