jueves, 30 de diciembre de 2010

Fin de año


Nos puede gustar más o menos, pero el fin de año llega para todos. Y aunque sea una convención más (cosas del calendario gregoriano), no podemos negar que los ciclos de principio y fin o si se quiere de nacimiento y muerte están inscritos en el ADN del hombre. O casi.

Todo éste prólogo para decir que se acaba 2010 y comienza un nuevo año, y para mí vale decir que se acaba una parte de mí y comienza otra, renovada.


Y desde luego, mis mejores deseos para aquell@s a los que quiero.


Borges sugería anotar en un trozo de papel lo que deseábamos del nuevo año, antes de que éste comenzara. Y yo volveré a la tradición borgiana, como cada año. Pero estos días me llevan también al comienzo de la autobiografía del gran Bertrand Russell, uno de los pocos seres admirables de verdad que han existido.


Que esas palabras estén con vosotros el 2011 y todos los días de vuestra vida. Si así lo queréis.


Tres pasiones, sencillas pero extraordinariamente intensas, han gobernado mi vida: el deseo de amar y ser amado, la búsqueda de conocimiento, y la compasión por los sufrimientos del ser humano...


lunes, 29 de noviembre de 2010

Miscelánea de los últimos días

El pais informa de que Wikileaks ha vuelto a pillar de nuevo in franganti al gigante yanki (recordemos los anteriores y vergonzantes documentos sobre la guerra de Irak), y en algo tan gordo como las relaciones exteriores. Hasta aquí todo de lo más apetitoso pero...¿Era para tanto? Quiero decir: ¿No sabíamos ya que Berlusconi era un rijoso y un putero? ¿Nos afecta mucho que Gaddafi utilice botox? Qué queréis que os diga, mi primera impresión es que todo esto no pasa del mero cotilleo...diplomático. Y quién no imaginaba que el Tio Sam trataría de presionar a autoridades y jueces españoles para que se archivaran asuntos como el de Couso o Guantánamo (repugnante la colaboración de fiscales y políticos socialistos, si se confirma).
Y estos días uno trata de wikileakear su propio estado de ánimo, haciendo más transparente sus más recónditos deseos, emociones, y esperanzas, actualmente en estado de hibernación o de depresión invernal.

El tinglado navideño se ha montado ya en las calles de Madrid. Sabemos que muchos no tragan estas fechas; pues a mí me sigue gustando ver el día 24 a la famiglia. Todo lo demás (alegría forzosa, compras compulsivas, iluminaciones fatuas) me trae al pairo. Aunque este año las luces de la Gran Vía en plan skyline tienen su aquel (http://http//www.brutdeluxe.com/iluminacion%20Centenario%20Gran%20Via.htm).

El Barça goleó al Madrid de la misma forma que CIU goleó al PSC y sus socios. El fúmbol como metáfora, ay, de nuestra vida (la cantidad de goles que se ha dejado encajar uno).

No me da la gana escribir o decir "ye" en vez de "i griega", váyanse señores académicos a la mierda (pronúnciese este conjuro a lo Fernando Fernan Gómez).

Y para acabar, qué emoción ver y escuchar a la versión mostoleña de Madre Coraje, la señora Meño, contando su épica victoria sobre la mentira y la injusticia (al menos de momento). Nos gusta la justicia, aunque sea poética. Porque, desengañémonos, muchas veces, demasiadas, está del lado de los malos.

























viernes, 19 de noviembre de 2010

Cuento chino

(Hemos leído -quiero decir: hemos intentado leer- en clase de chino un curioso texto budista. Adjunto la traducción de Yì Huá, nuestra profe, que asegura que en su endemoniado idioma suena todavía mucho más hermoso):

"Por la vida no puedes ir sin la risa. La risa es como el sol de la familia.

Mi hijo es también mi sol.

Lo que más gustaría hacer en la vida no es viajar por el mundo, sino vivir según mi propia personalidad y poder estar junto a mi amor; y aunque eso sería el equivalente a una pequeña habitación, para mí sería como el cielo entero.

Da igual dónde está tu casa, pues al final será el destino quien lo decida.

También es nuestro destino conocernos y amarnos. Cuidemos todo lo que podamos, antes y ahora, nuestras emociones y nuestras relaciones con los otros.

Nunca te quejes al cielo, ni al destino, y mucho menos a los otros.

Solo pido que el corazón de cada uno guarde toda la vida las cosas hermosas que le han sucedido."


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¿Quién dijo que los chinos no tienen corazón, sino una mente diseñada exclusivamente para el trabajo?






lunes, 8 de noviembre de 2010

El Papanatas


Lo que sabíamos de Benedicto XVI hasta ahora era lo normal en estos casos: que era todo un ejemplo de moderno inquisidor, retrógrado, homófobo y machista. Pero desde que ha llegado a Ehpaña, tenemos dudas sobre si podemos llamarle también papanatas ("dícese del que se deja engañar. Bobalicón, papahuevos, papamoscas, pánfilo". MM dixit).

Veamos: si la parida esa que soltó hace unos días sobre el "laicismo agresivo" de este país "comparable con el anticlericalismo de los años 30" (del siglo pasado) la oyó en algún lado y se la creyó, es un papanatas porque se ha dejado engañar. Pero si no la oyó en ningún sitio y es cosecha suya es algo mucho peor, ya que afirmar que lo que ocurre ahora en este país (recordemos: en principio aconfesional y laico. Y recordemos también: que le da una pasta gansa a la Iglesia todos los años en concepto de no se sabe bien qué), es comparable con la quema de iglesias y matanza de curas y religiosos en general que tuvo lugar en Ehpaña poco antes de la guerra fratricida es una barbaridad tremenda, sobre todo viniendo de un intelectual (dicen que lo es) como él.

También podemos recordarle al papanatas (ya digo, prefiero que sea esto a lo otro) que en esos años 30 de los que habla, su querida Iglesia Católica se avenía ya bien -además de con algunas dictaduras de ominoso recuerdo- con esos simpáticos nazis que empezaban a pensar en la solución final de seis millones de judíos, entre otras menudencias.
Y luego decimos de la Belén Esteban. País.




viernes, 29 de octubre de 2010

a vueltas con el arte

Ayer fui a ver "Exit through the gift shop", un falso (o verdadero, que no lo tengo claro) documental sobre el mundo del arte y las pintadas en las paredes de la calle (en lenguaje pijo, "graffiti", o mejor aún, "street art", mucho más cool). En la peli salen los Bansky, Space Invaders y otros amantes del spray.

El caso es que luego me dio por recordar algunas frases estupendas leídas en las paredes de las calles (o en las paredes de otros, es decir, en sus libros): "Debajo de los adoquines está la playa", que decían los estudiantes franceses en mayo del 68; "Hay un país distinto en algún lugar" (cuenta el utópico Galeano que leyó en alguna pared a su vuelta del exilio); y otro narrado por el uruguayo que vio en Buenos Aires, "Nos mean y los diarios dicen que llueve" y también uno que leyeron estos ojos: "Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse dónde". En fin.

A la salida del cine, discutíamos con J. y P. si estas cosas del Bansky y compañía eran arte o qué. Pues según y cómo. Si digo lo de Chéjov, que "arte es lo que a mi me gusta", pues hay cosas que están muy bien y seguramente perdurarán, aunque sea por su carga simbólica: estoy pensando en la niña dibujada por Bansky en el ominoso muro israelí, a la que se la llevan por los aires unos globos. Pero también hay mucha ocurrencia banal que dentro de un tiempito será olvidada por todos. Menos por el que la perpetró, claro.

Y ahora recuerdo que en el último paseo por el Retiro (precioso con sus árboles otoñales) entramos C. y yo en el Palacio de Cristal a ver la última ocurrencia: un tótem que se elevaba hasta el techo realizado a base de cachivaches de plástico. Una parida, y encima sin gracia. Si eso es arte...




































lunes, 25 de octubre de 2010

Japón rima con gong (continuación)

9. El pequeño templo de Ghioh-ji en Kyoto, lugar de retiro de la favorita de un señor feudal y que terminó siendo olvidada por su amado, haciéndose monja. Vale, la historia nos suena y podría haber ocurrido también en tierras castellanas, la diferencia estriba en los bellísimos jardínes que todavía cabe admirar. Y en el mismo paseo, un poco más lejos, la casa donde el gran poeta Matsuo Basho crearía alguno de sus haikai más celebrados:

Yendo hacia Kioto
Cubrían medio cielo
Nubes de nieve

10. La magia del santuario de Miyajima (Itsukushima-jinja), la isla sagrada del sintoismo, donde nadie puede morir ni dar a luz. Allí vimos la famosa torii o puerta plantada en medio del mar, accesible con la marea baja y donde C. y yo dejamos nuestra propia ofrenda. Siendo un lugar netamente turístico, es de una belleza indiscutible. También lo es la vista desde la cumbre del sagrado monte Misen, donde distinguimos hasta ¡30! islas del mar interior del Japón. Y no me olvido de Meta, el monje budista con el que nos comunicábamos con signos y que encarnaba toda la generosidad y la alegría de un iluminado

11. La increíble y colorida variedad gastronómica, que va mucho más allá del sushi, el arroz y la sopa de miso: carnes, verduras, pasta, legumbres, dulces...En general, cada comida, por modesta que sea, es un festín, y no me extraño de haber comido allí el mejor pescado y la mejor carne que haya probado nunca

12. Los siniestros restos de la Gembaku Domu o Centro para la Promoción Industrial de Hiroshima, que se encontraba muy cerca del epicentro de la explosión de la bomba atómica de aquel nefasto 6 de agosto de 1966 (hermoso día por otros egóticos motivos). Y cómo olvidar la carnicería innecesaria instigada por los EE.UU ("Little boy", bautizaron obscenamente a la infame)

Quien haya tenido la paciencia de leer los dos capítulos sobre Japón pensará, no sin razón, que me encantó el país, su paisaje y su paisanaje. Sin embargo, estoy convencido de que no me gustaría vivir allí. Pero esta es ya otra historia

viernes, 8 de octubre de 2010

Nobeles

Ante los últimos acontecimientos nobelísticos, me veo obligado a suspender momentaneamente la serie sobre Japong. Dos apuntes relacionados:

1. Nobel de Literatura: Hay mucha gente que todavía confunde churras con merinas: en cuanto un escritor, actor, músico, etc., no coincide con sus postulados ideológicos, lo rechazan, también como artista. Por mi parte, creo no comulgar con el señor Vargas Llosa en lo ideológico; y sin embargo, estoy seguro de que estamos ante un escritor extraordinario. He disfrutado muchísimo con algunas de sus novelas, y espero seguir haciéndolo. Después de varios años concediendo el premio a autores ilegibles, por fin le dan el Nobel a alguien que escribe bien, muy bien, y que cuenta con unos libros que son ya clásicos de la literatura. Mi enhorabuena a la Academia, que otorgando este premio también se premia a sí misma
2. Nobel de la Paz: Aunque es también otro premio desvirtuado (basta con recordar que en su dia se lo dieron no ya a Obama, sino a un tal Kissinger), muchos teníamos la esperanza de que se lo concedieran justamente a la Fundación Vicente Ferrer. No ha sido así, pero pienso que ha sido merecido: se lo han dado a Liu Xiaobo, activista chino por los derechos humanos que cumple condena por pedir un poco de democracia para su país. Como no podía ser de otra forma, el gobierno de allí ha criticado duramente la concesión del premio, y ha amenazado a cualquiera que se atreva a mostrarse en desacuerdo. Pues bien, el único que hasta ahora apoyado claramente la concesión del premio ha sido...El propio Obama, quien de esta forma ha justificado un poco el premio que tan absurdamente le concedieran hace un año. De Moratinos, tal y como es habitual cuando se trata de ponerse de parte del débil, seguimos sin tener noticias.

martes, 5 de octubre de 2010

Japon rima con gong (I)

Si pienso en el viaje al país del sol naciente, me instalo en algunas imágenes capaces de definir -o eso creo- un territorio (paisaje y paisanaje) lleno de contrastes:

1. El metro de Tokio, casi siempre lleno -es cierto que existen empujadores oficiales-, sus lolitas, los salary-men, los ubicuos ancianos a los que nadie dejaba el sitio, casi todos enfrascados silenciosamente en sus teléfonos móviles llenos de abalorios

2. Los Ryokan, hoteles tradicionales con habitaciones de tatami hechos de paja de arroz, encima de los cuales se instalan unos futones. Uno duerme casi a ras de suelo -lo cual debe tener su sentido filosófico, solo que ahora no se me ocurre cual-, y ay del que tenga alguna alergia o sensibilidad especial a los ácaros (así, la pobre C., a la que casi se comen viva)

3. Ando por cualquier calle tokiota y de repente me doy cuenta de que los japoneses (y japonesas, que diría la Pajín) son zambos ¿Por qué, si no son futbolistas ni montan a caballo? No lo sé. También son tímidos, pero creo que ahí hay una razón cultural

4. Los dos relatos de Mishima ("La perla" y "Patriotismo". Gracias, G.) te transportan como pocas cosas a la esencia de un Japón no tan lejano en el tiempo. Y de paso, las vidas (y muertes) trágicas del propio Mishima, de Kenzaburo Oé, o de Kawabata

5. Los trenes bala (Shinkansen), que recorren las largas distancias insulares a 350 km por hora, mientras en algunos lugares demoran literalmente horas en preparar el té o un ramo de flores

6. Las reverencias. Ay, las reverencias. Hay escenas cómicas, en las que dos o tres personas entran en un bucle reverencial interminable. Como cuando nos despedimos aquí y luego nos quedamos una hora más hablando, pero más chistoso

7. En Japón he visitado -y admirado- los jardines más hermosos que conozco. Lo dijo Tomoko: desde cualquier lugar que mires estás viendo un jardín diferente. Y mientras que uno no se cansa de contemplarlos, con los templos budistas y sintoistas ocurre lo contrario: a partir del décimo empalagan

8. En plena búsqueda del mito cultural japonés, como si dijéramos, sale de repente una maiko (aprendiz de geisha) por una de las puertas del barrio de Gyon, y se monta una buena. Paparazzi, masas enfervorizadas. Nos preguntamos si son las belenes estébanes niponas (solo que con mejor formación)










viernes, 27 de agosto de 2010

Un bulgar viaje

El comienzo del viaje a Bulgaria no fue demasiado halagüeño, pues no sólo me advertía la guía sobre un país sórdido y peligroso, sino que mi compañero de asiento en el avión que nos llevaba a Sofia (vigilante en un puticlub de Valdemoro, para más señas) me advirtió sobre sus mafiosos compatriotas. Y si añadimos el intento de estafa del taxista en el trayecto del aeropuerto de Sofia al hotel, puede comprenderse que me hiciera la filosófica pregunta, ¿Pero quién carajo te mandó venir aquí, hermano?

Afortunadamente, la realidad se encargó de disipar el ominoso comienzo. Sofia tenía sus encantos: mezquitas, sinagogas, parques, calles; y podías comer y beber estupendamente por cuatro perras, digo leva. Los magníficos monasterios de Rila o Blachkovo, y esos popes ortodoxos que recordaban a Tólstoi. La excursión a la montaña Vitosha, junto a la ciudad, fue hermosa y épica (a pesar de aquel malaje que te recomendó tomar cierto camino en el que sólo te esperaba maleza, ortigas y sufrimiento). Y Plovdiv, la ciudad de Filipo, desplegaba sus encantos desde las ventanas del monumental hotel Trimontium, de estilo soviético-remozado. Ya en la ciudad, dimos con una mezquita preciosa -en la que sorprendimos a las mujeres rompiendo el ayuno del Ramadán-, y con los restos más que sugerentes del estadio y del anfiteatro.

Mi reconocimiento a la shopksa búlgara, la Zargoska, y a ses bon vins rouges. Algunos nos encantaron.

Con todo, lo mejor fue la compañía. En soledad, la de Anna Karenina y Vronski, que me tuvieron enganchado hasta que llegaron los amigos. Primero M., cuya reunión de trabajo nos sirvió de excusa para encontrarnos a unos miles de kilómetros de Ehpaña; y luego J. y P. Y con la compañía, las conversaciones y las risas: J. imitando a un japonés (¿cabreado?); aquel camarero que parecía escapado de la corte de Luis XIV, haciéndonos reverencias y con esos gestos ampulosos y exagerados...





































viernes, 6 de agosto de 2010

Español enriquecido

Con ese título -pensarán algunos, lógicamente-, la entrada de hoy irá sobre los Camps, Fabra y compañía. Pero no. Es algo mucho más prosaico y hermoso; el asunto va de cómo expresan la misma idea los hispanoparlantes de un lado y otro del charco.

La culpa de esta ocurrencia la tiene un libro que descubrí en el curro y cuyo destino natural era el contenedor de papel: "El español de España y el español de América. Vocabulario comparado". Ojeándolo, y hojeándolo, me cayó tan bien que decidí salvarlo e incorporarlo a mi biblioteca personal (definición hiperbólica para unos cuantos anaqueles en los que figuran unas docenas de libros). Razones como las que siguen me impulsaron a tomar tan filantrópica decisión:

España: pirulí
Argentina: chupetín
Uruguay: chupa-chupa

España: libélula
Arg.: alguacil
Colombia: matapiojos
México: caballito del diablo (coloquial: garaballo)

España: mirilla
Chile: ojo de pez
Venez.: ojo mágico

España: aburrido
Chile: latoso
Venez.: fastidioso

Por lo que se ve, las palabras no sirven sólo para mentir, obtener oscuros réditos y/o machacar al contrario. Las palabras permiten el milagro de expresar una realidad (o irrealidad) no maleada y maravillarnos con su encanto.

De profesión, palabrero. No me digas que no.

viernes, 30 de julio de 2010

Felliniana

Exposición de fotografías sobre el mundo felliniano en el CaixaForum de Madrid. Fellini, autor de algunas de las películas inolvidables que guarda nuestra memoria: La dolce vita, Otto e mezzo, Amarcord, Casanova. Hay imágenes muy potentes en todas ellas.


A la salida, en la tienda, compro I Vitelloni, aquí traducido un poco precipitadamente -es decir, como casi siempre- por Los inútiles. Yo creo que hubiera quedado mejor Los holgazanes, título que por otra parte se aproxima más a la esencia de la película: un grupo de cinco amigos bartlebianos ya crecidos y sin ganas de abandonar el nido, de los del preferiría no hacerlo solo que con el añadido del gusto por lo sensual. Y sí, son vividores, pero del sector patéticos.


Fellini comenzó su carrera como caricaturista, lo que le ayudó a convertirse en un observador implacable de las costumbres de sus paisanos desde un un particularísimo sentido del humor. Hizo películas, y siguió dibujando. Se sintió atraído por Jung -no es de extrañar, con ese mundo onírico tan poderoso- y en ese proceso de autodescubrimiento llenó hojas enteras de dibujos que reproducían sus sueños. Un sueño, un dibujo. Y con tales dibujos, tales películas, diría uno.


Resulta inevitable hablar de Fellini sin hacer referencia a Mastroianni, de quien se dijo que era el alter ego del director, lo que quizá sea una exageración aunque sí que es posible que resultaran complementarios. Hay una divertida foto de los dos con un látigo en la mano que habla bien de aquella compenetración.


Y en fin, sirvan estas ocurrencias como un pequeño homenaje al tipo que me hizo pasar algunas horas maravillosas frente a la pantalla.

lunes, 26 de julio de 2010

El Hierro


El Hierro, la más pequeña, meridional y joven de las Islas Afortunadas. En todo caso, un viaje deseado durante mucho tiempo.

Una vez llegados por cortesía de Binter (y bien que se paga), lo primero que llama la atención es la orografía; la isla en seguida se convierte en una cuesta interminable, en la que apenas queda sitio para llanuras: no empero es una de las islas proporcionalmente más altas del mundo. Hay también muchos barrancos, riscos, roques. Añadiré la perogrullada de que la isla está rodeada de mar; pero con esa peculiar orografía resulta que, dependiendo de la parte de la isla donde uno se encuentre, el mar puede estar como una balsa, pasar al siguiente nivel (picado) o contener un más que respetable oleaje. Y es fácil colegir en qué parte se encontraba un servidor (al menos unas horas al día) si se conoce su infantil querencia por las olas.


Conocíamos algo de la isla por el relato de JM. Otros hitos los descubrimos nosotros: el árbol santo del Garoé del que mana milagrosamente el agua; el meridiano O, que marcó el fin del mundo conocido hasta el descubrimiento de América; el bosque de sabinas retorcidas hasta lo indecible (ver foto); la cultura bimbache (cuya música han intentado fusionar con el jazz a través de una cosa llamada Bimbache open Art); las pozas de baño salado...Y también hablamos de asuntos más pedrestres con los herreños, acompañados de una Dorada (mejor la especial) o por el vino local (mejor el blanco que el tinto).


Me dio la impresión de que ahí, en esa tierra tradicional de emigrantes, también se da el racismo y/o la xenofobia: así, aquellos comentarios de la propietaria del bar aquel en La Calcosa sobre venezolanos y ecuatorianos. Pero también percibimos ese como orgullo de ser hijos de la mar, machadianamente.




























martes, 13 de julio de 2010

Suicidios acuáticos

Alfonsina Storni, enferma de cáncer, se interna lentamente en las aguas atlánticas del Mar de Plata y desaparece para siempre. Sus últimos versos (muy tangueros, por cierto) se publicarán, junto a la necrológica, en La Nación de Buenos Aires:

Ah, un encargo.
Si él llama nuevamente por teléfono,
le dices que no insista, que he salido.


Yo nunca pienso en el suicidio, excepto cuando imagino que sólo quedan libros en la tierra escritos por Juan Manuel de Prada o por Sánchez-Dragó. Entonces pienso en acabar conmigo mismo, de la forma más rápida posible.

Tengo un gran respeto por la eutanasia y desde luego por los suicidas (ya veo a VF riéndose de mi querencia por la cosa mortuoria), y más si son acuáticos. Y no sólo por el acto en sí, muchas veces valiente además de desesperado; sino también porque constituye todo un legado estético (y desde Machado sabemos que a la ética se llega por la estética). Así, Virginia Woolf hundiéndose en el río con los bolsillos llenos de piedras, o Ángel Ganivet tirándose repetidamente a las heladas aguas del Daugava hasta no poder emerger ya nunca más.

Sirvan los hermosos versos del gran poeta mexicano Jose Emilio Pacheco de homenaje a todos los suicidas acuáticos:

El tiempo que destruye todas las cosas
ya nada puede contra su hermosura.
Ya tiene para siempre veintidós años.
Ya se ha vuelto corales, musgo marino.
Ya es ola que ilumina a la tierra entera.

lunes, 28 de junio de 2010

Un cuento breve

Mientras tomamos café en el Mercado de la Paz, C. me cuenta su historia.

Resulta que todas las mañanas, alrededor de las siete y media, dos gorriones se posan en el alféizar de su ventana. El macho golpea varias veces con el pico, como diciendo "Ya estamos aquí, venimos a por lo nuestro", y la misma C. o su pareja abren la ventana y depositan en el alféizar unas migas de pan. La operación, dice C., hay que realizarla con muchísimo cuidado, porque cualquier cosa -un exceso de rapidez en la apertura de la ventana, un golpe casual- puede asustar a los gorriones y hacer que se vayan -nunca mejor dicho- volando.

Me pareció un cuento casi zen, preciso y precioso.

Hay un poema de J.E. Pacheco ("Tres y cinco") que también habla de un pájaro y de su relación con los humanos: se presenta todos los días a las tres y cinco, pero no busca comida sino tal vez compañía. El final también inspira ternura:

"Tal vez por la simple inercia de contemplarnos
siempre sentados a la mesa a una misma hora
poco a poco se ha vuelto como nosotros
animalito de costumbres."

Y es que como dijo el mejicano eso somos, aunque nos pese o intentemos cambiarlo: animalitos de costumbres.

jueves, 24 de junio de 2010

Surrealismo


Uno siempre ha tenido una relación algo ambigua con esto del surrealismo. Quiero decir que por un lado -la transgresión, la estética de sus propuestas, la crítica al poder conservador y clerical de la época- siempre me ha atraido. Pero por otro -señoritos y/o hijos de papá sin nada mejor que hacer, banalidad- me ha provocado cierta aversión.

También que alguno de sus eximios representantes -léase Salvador Dalí- se arrimó siempre, desde su pretendida genialidad, al sol que más calentaba. Incluído el franquismo.


El caso es que, viendo la exposición de la Fundación Mapfre ("La subversión de las imágenes"), compruebo que esa sensación de ambigüedad continúa. Algunas imágenes, bellísimas, suscitan en el espectador algo parecido a un fogonazo: El violín de Ingres de Man Ray (ver imagen adjunta: o cómo obtener una fotografía inolvidable añadiendo unos simples ribetes musicales a la hermosa espalda de Kiki de Montparnasse), o las del París de noche del húngaro Brassaï (según los entendidos, se encuentran entre las mejores fotografías de todos los tiempos). Pero al mismo tiempo, las clásicas tonterias dalinianas tipo esculturas automáticas, o cómo doblar un billete de metro y bautizar la gesta con un título artístico. Y luego, esas películas para épater les bourgeois. No sé...Hay un algo de falsedad en todo ello, de pose, de no-arte que le pone a uno en guardia.


miércoles, 23 de junio de 2010

Mejorismo nacional

Semos el país de los mejores en todo, y ay de ti como se te ocurra negarlo; que si la roja (y a las primeras de cambio nos zumban los suizos); que si la comida (oído a un grupo de turistas ehpañoles en Praga: "donde esté un buen pincho de tortilla que se quite lo demás"); que si nuestras playas, linces ibéricos, zapatos, cervantes, gambas a la plancha...

La lista es interminable. A mí el hecho en sí me parece incluso tierno, porque en el fondo denota que somos unos acomplejados.

Una variante de este rasgo tan nuestro es pensar que a lo que nosotros nos gusta debe dársele también rango objetivo y público de inmejorable: nuestro escritor favorito, aquella película, o las croquetas de mi madre; ay de ti como no reconozcas que son las mejores.

A mi no me parece mal todo esto -ya digo, me despierta un poco de ternura-, pero me toca las narices cuando el comentario se cubre de solemnidad y de academicismo casposo.

Así las cosas, leo en una placa de la Universidad Carlos III en Leganés que el edificio está dedicado a Juan Benet, "el mejor escritor, en su faceta de novelista y ensayista, de la segunda mitad del siglo XX". ¡Toma ya!. Nos gustaría conocer al cráneo privilegiado autor de la ocurrencia y decirle que una cosa es lo que le guste a él (y por supuesto, le puede gustar el coñazo del Benet, o hasta el mismo Dan Brown), y otra bien distinta es tener la jeta de escribir esa especie de verdad absoluta que pocos podrán discutir, porque nadie (o casi nadie) leyó jamás a Benet, y el que lo hizo cabalmente nunca se atrevería a afirmar cosa semejante. Salvo Javier Marías, claro.







jueves, 27 de mayo de 2010

Harpo Hápax


Reconoce que es más fuerte que tú. Lees cualquier texto (novela, artículo, composición de un medicamento) en cualquier formato (papel, internet, cemento -lo digo por los graffiti, claro-) y al primer palabro raro que detectas, te quedas quieto y te preguntas de dónde ha salido.

Así hoy Félix de Azúa, uno de los poetas novísimos (y el ejemplar más bello entre ellos, decían) habla en El pais de una novelita a la que habrá que echar por lo menos un vistazo, El comienzo de la primavera, de un tal Patricio Pron. Según FdA, el libro en cuestión recuerda a la tradición alemana y eso, en literatura española, es un hápax.

Si pienso en hápax, lo primero que se me viene a la cabeza es un herpes, un herpes hápax. Y también Harpo (Marx). Harpo Herpes Hápax, que nombre rompedor para estos tiempos de Vanessas, Yonatanes y Yasminas.

Pero no: hápax, según Lázaro Carreter, es cualquier rasgo lingüístico (palabra, construcción, etc.) que se documenta una sola vez en un libro o en un autor. Por ejemplo Golem, concepto que aparece una única vez en la Biblia y que se convertiría más tarde en el inquietante protagonista de la novela de G. Meyrink.

Y que mi amado Harpo, doquiera que esté, me perdone por la tonteria.


viernes, 21 de mayo de 2010

ejercicios de estilo

Ya lo decía Magritte: eso que crees que es una pipa, en realidad no lo es. Como tampoco lo es este mundo insulso, estas gentes vociferantes, el cemento que todo lo invade. Ha llegado el momento de mirar hacia otra parte.

Uno de los 99 ejercicios de estilo de Queneau consistía en escribir el relato como si fuera un telegrama.

Telegrama zen, ahora. Así que

Sal de ti. Contempla. Y


Mira las cosas que se van,
recuérdalas,
porque no volverás a verlas



Escapa. Si no al campo, pues al Retiro, que lo tienes más cerca.

Respira. Permanece en silencio. Escucha a tu alrededor, pájaros, agua, brisa.


Indaga en la no-acción, participa.


Confía. Renace. Fluye. FIN.

domingo, 9 de mayo de 2010

Love is in the air

Lo sé: en este blog (y por extensión, en ningún lado) no debería hablar de política, ni de familia, ni de religión. Pero mejor le echáis la culpa a M., que me envió la imagen adjunta y despertó en mí a la bestia jacobina hasta entonces dormida.

Veamos. Podemos plantearnos la posibilidad de que estemos ante un fake, de los que gustaban a Orson Welles. En todo caso, diríamos que como pieza artística la vidriera no vale mucho. Quizá nos interese más el aspecto iconográfico: la imposición de manos de un ministro de la Iglesia a un menor. Pero claro, tal y como va la cosa, también podría estar imponiéndole otra cosa.

Otra M., bastante más prescindible que la del envío de la imagen, me dijo una vez que "no debería criticar a la Iglesia si no formaba parte de ella". Vamos, que por esa regla de dos (las neuronas de que disponía la elementa), jamás podría criticar a Hitler por no ser yo alemán. Y además, ¿Quién habla aquí de criticar? Lo único que quería era comentar algunas cosillas que se me han ido ocurriendo en relación al -llamémosle así, para abreviar- CPE (Culebrón Pederasta Eclesial):

1. Podemos entender sin problemas que no todos los curas son unos pederastas. Entendemos también -aunque sea mucho entender- que algunos serán capaces de sublimar el deseo sexual propio de su ser biológico y afectivo durante toda o parte de su vida

2. No obstante, parece razonable pensar que, si al susodicho personal religioso se le permitiera tener pareja con la que practicar sexo -entre otras modalidades de comunicación afectiva-, igual no habría tanto enfermo con sotana por ahí aprovechándose del cargo para conseguir afecto por vías digamos enfermizas

3. Un asunto relacionado y no menor es el síndrome RCC (Religiosos Con Complejos), que impide que en el seno (el sustantivo no ha sido seleccionado al azar) de la Iglesia las mujeres tengan un papel como mínimo secundario. Uno imagina a obispas, cardenalas y papisas y podría creer en una Iglesia más humana y cercana

4. Hasta que no se acabe con la gerontocracia llamada vaticana, que va unos doscientos años por detrás de la realidad social, seguiremos asistiendo per secula seculorum al CPE o a sus diversos remakes. No hablo de mandar algún misil tierra-aire con destino a la cuppola di San Pietro, pero quizá sí de una defenestración (si queréis, simbólica) en masa de papas, cardenales y altas jerarquías

5. Enlazando con el punto anterior, los únicos religiosos católicos que me han parecido admirables han sido los que he conocido en el terreno: comprometidos con los que menos tienen, valientes, dispuestos a enfrentarse con las jerarquías si estas les negaban las verdades de perogrullo: que el condón salva vidas, que antes de la vida eterna hay otra para ser vivida aquí, con dignidad. Y qué casualidad, que la mayoría de ellos estaban a puntito de dejar el club; bien porque les echaban por insumisos, bien porque se iban ellos mismos

6. El CPE llevado al extremo parece ser el practicado por un tal Marcial Maciel, fundador de algo llamado Legionarios de Cristo (ay mamita qué miedo, sólo con el nombre) y para los laicos Regnum Christi. Protegido del ¡beatificable! Johannes Paulus II, ejerció durante 10 años de pederasta, esclavista y otras lindezas bastante contrarias a la esencia del cristianismo. ¿Por qué le protegió hasta el mismo papa? ¿Por qué ahora una simple degradación -y no disolución- de una orden caracterizada por la infamia desde el principio de su existencia?















domingo, 18 de abril de 2010

Irrealidad

Se lo preguntaba Paul Watzlawick hace ya algún tiempo: "¿Es real la realidad?". Pues bien, últimamente yo la veo bastante irreal. Veamos porqué.

Primera sensación de irrealidad: cómodamente instalado en el maravilloso plateresco del Hospital de León, me agencio un periódico cualquiera para el desayuno, y leo en portada que el avión que transportaba a la plana mayor polaca para asistir a los actos de conmemoración de la tragedia de Katyn se ha estrellado. Vuelvo a leer el titular. Luego, ansiosamente, la noticia. Parece irreal. Hace casi 70 años, 22.000 oficiales polacos morían asesinados a manos de Stalin y sus secuaces. Como ocurrió antes con el genocidio armenio y la negación del Kurdistán, y después con la invasión china de Tibet, el agresor (en este caso, Rusia) nunca reconoció abiertamente su culpa. Pero esa es otra historia; la de ahora va de que yo me sentía (des)instalado en una difícil irrealidad.
Segunda sensación de irrealidad: de nuevo en el desayuno, y también en el periódico, leo lo del volcán islandés de nombre impronunciable. Ninguna pérdida humana, pero media Europa paralizada. Miles de vuelos cancelados (me cuenta mi hermana que Q. se ha quedado colgao en Londres, y que cada día es una lucha por alcanzar alguna etapa hacia el sur; ayer Paris, luego Burdeos, quizá mañana Madrid; M. por su parte no puede volar a Riga, aunque sospecho que tampoco le importa). Lo leo y no lo creo, o mejor dicho lo creo pero me parece irreal.
No es ya que la realidad supere a la ficción como proveedora de argumentos. Es que, sencillamente, la realidad es a veces irreal. Aunque también puede ocurrir lo contrario: vas a ver "Les 7 doigts de la main" en el Price sin demasiadas expectativas, pero asistes a un espectáculo bellísisimo y percibes que, aunque lo que ocurra en el escenario pertenezca a los dominios del sueño, tú lo vives como una realidad. Que además te deja con la boca abierta.

lunes, 5 de abril de 2010

De la cosa mortuoria

A veces uno no sabe de qué escribir. Parece que ya está todo dicho, o casi. Y de repente, el bloggero recibe un soplo cómplice (en este caso, de C.): Lee esta esquela.

Que conste que yo soy más de lápidas que de esquelas. Dan más juego. Basta con recordar -aunque le haya sido falsamente atribuida- la archiconocida de Groucho Marx ("Perdonen que no me levante"), la de Billy Wilder ("I'm a writer, but then nobody is perfect") o la de Pancracio Juvenales ("Buen esposo. Buen padre. Mal electricista casero"). Por su parte, las esquelas tienden a la seriedad o lo que es peor, a la solemnidad.

Pero hete aquí (qué rayos querrá decir hete aquí) que leo la esquela de marras y decido simplemente transcribirla, porque cualquier cosa que añada será inferior al original:


"En el XVI Aniversario de la muerte de ELENA LUPIÁÑEZ SALANOVA:

Elenita:

Pese a que tus hijos, Boris y Yuri, transitan por la fantástica 5ª calle Mayor de las Ramblas Corrientes de Alexander Nevsky, sita en Saint Germain des Prés y por donde discurre el mundo, no se van de casa ni con agua caliente. Yo debería estar instalado en el lamento, pero a fuer de verdad, no soy partidario de encender la caldera.

JL Casaus"

lunes, 29 de marzo de 2010

Manchesteriana

¿Cómo se imagina uno Manchester, antes de ir? Grisácea, fabril, con historia (aunque sea industrial). ¿Y cómo es Manchester, en realidad? Pues justamente eso. Lo que no quiere decir que no tenga encanto: los edificios de Whitworth street; la biblioteca de John Rylands y la de Chetham's, el museo de Liebeskind o el que nos habla de sufragistas y sindicatos.

Lo siento por los fumboleros, pero no visité Old Trafford. Eso sí, palpé el pulso balompédico de la ciudad, donde uno de cada dos mancunians paseaba con una bufanda o un jersey de su equipo dilecto.

Por las tardes, cualquier restaurante de Chinatown. Y admirar la mezcla de orientales, anglosajones (maybe WASP's) y latinos comiendo con palillos, mientras una camarera te agradecía que te llevaras la comida sobrante, porque cada grano de arroz is like a drop of sweat.

Y como colofón (qué rayos querrá decir colofón), la cena en un indio de Sheffield con la animosa C. y los tres escoceses, bien regada de pintas y vino. Como es bien sabido, el alcohol ayuda a soltar las lenguas, y por simpatía seguramente también los idiomas: yo creí entenderles perfectamente. A la vuelta, ya en el tren, una de esas escenas memorables: el chico que parecía un elfo y su cubo de Rubik. Brian alentándole para que lo completara en el menor tiempo posible. Y allí, acompañado de su pareja y de la madre de esta (que parecía no pasar de los 30), nervioso y concentrado, el elfo que inspiraba toda la ternura del mundo bajó de los dos minutos treinta.

martes, 9 de marzo de 2010

Minicrónica personal sobre los Oscar

Aunque la ceremonia de entrega de los Oscar suele ser tediosa (para que luego digan de los Goya. Este año, en todo caso, se superó con Buenafuente), no se le puede negar ni el glamour ni la mitografía que lleva aparejada. Un servidor, aunque no lo llegó a ver se tragó luego, eso sí, todos los resúmenes para ver cómo había ido la cosa.

Parece que esta vez se hizo algo más de justicia. Que la película esa del Patatar se haya llevado menos premios de los previstos nos llena de satisfacción; con haber visto media película en vez de los 150 minutos que dura hubiera tenido suficiente. Que su muy atractiva ex-mujer (¿58 años? ¿De verdad? ¿Cómo lo hace?) acapare unas cuantas estatuillas y sobre todo la de mejor película, nos parece estupendo. Que el Oscar a la mejor película extranjera sea para El secreto de sus ojos (ese título sonó con acento inglés en boca de Almodóvar, qué cosas) está muy bien, aunque también podía haber sido para Das Weisse Band de Hanecke, una película que ya se ha convertido en un clásico. Y que de los Bastardos tarantinianos se hayan acordado poco nos parece justo y necesario; sólo se llevó el premio -eso sí, merecidísimamente- el grandioso Christopher Waltz. Por cierto que cuando subió a recoger la estatuilla de manos de nuestra Penélope vimos en su mirada más que agradecimiento, arrobamiento.

Aunque Precious me decepcionó, sin haber visto a la Cruz en Nine me atrevo a afirmar que Mo'Nique amerita con creces el Oscar. Y de Up qué decir, sólo por la primera media hora merece estar entre las grandes. De lo de la Bullock no opino porque no he visto la película; pero sí decir que la tipa me resulta insufrible. Y para terminar, tengo pendiente ir a ver a Jeff Bridges aunque la canción country me de urticaria.









jueves, 25 de febrero de 2010

Insultar con clase

Insultar puede resultar un placer (y en este sentido, constituirá un eficaz remedio frente a la anhedonia), siempre que se haga elegantemente. Y no hay mejor insulto que la indiferencia, me parece. Viene esto a colación porque se ha puesto de moda entre nuestros políticos el insulto. Pero no cualquier insulto, sino aquel que resulte más soez y zafio. Así, nuestra Cólera de Dios autonómica dijo el otro día sin darse cuenta que el micrófono estaba todavía abierto lo del "hijoputa" aquel. Hala, así, tal cual. Si por lo menos hubiera utilizado el cervantino hideputa. Pero no, uno se la imagina poniendo esa cara con sonrisa forzada de marquesa del barrio de Salamanca y diciendo lo que realmente le ocupa el pensamiento: "el hijodeputa ese". Claro que unos días después, como para ratificar que en su caso todo gira en torno al insulto, le preguntó despectivamente a un asustado correligionario: "¿Pero cómo puedes autorizar esa puta mierda?" Lo siguiente será que la llamen para ocupar un sillón en la R.A.E.

El otro sujeto insultante de la semana fue Chemari Aznar, ese Demóstenes. Lo suyo fue, sin embargo, un insulto sin palabras. Desenvainó su dedo medio (gesto más bien anglosajón, pues un mediterráneo de pro habría sacado la cornamenta latina, constituida porl índice y meñique), y dirigiéndose al juvenil personal con su mirada bigotuda pensó (que no dijo) "Ahí os den pol culo", o algo muy similar.

Esos insultos, tan evidentes y vulgares, son en realidad un insulto...a nuestra inteligencia. Por pequeña que sea.

Nuestros políticos patrios, ya que no sirven para nada excepto para encabronarnos, deberían aprender al menos a insultar con elegancia. Leamos, y que sirva de lección para la futura generación de políticos españoles (ya que con los actuales poco más se puede hacer) qué le espetó recientemente el antieuropeísta británico Nigel Farage al presidente sosainas de la Unión Europea, Von Rompuy: "Vd. tiene el carisma de una bayeta húmeda, y el aspecto de un pequeño empleado de banca". Chapeau.

viernes, 19 de febrero de 2010

Anhedonia

Curioso palabro el de anhedonia. Suena a isla griega, pero no. Es el síntoma mas evidente de la depresión profunda. La incapacidad absoluta de experimentar placer, sea éste sensual o sexual, intelectual, o artístico. La muerte en vida.

Es posible que alguna vez estuviéramos cerca del abismo, pero siempre hubo algo por lo que creímos que merecía la pena seguir viviendo. Una voz amiga, el sexo, un amor, aquel libro, esa música...Russell decía en su imprescindible Conquista de la felicidad que nada como tener intereses variados para disfrutar de una vida plena, realizada. Aún así, llegado el caso en el que la Parca -manifestada a través de su avatar depresivo- quiera intimar con nosotros, será difícil ganar la partida. Somos tan frágiles, quizá porque estemos hechos del material con el que se tejen los sueños.

¿Y qué le da placer a la gente? Unos dirán que el fúrgol (última creación de la compañera pijo-paleta de C.); otros, que un buen cocido. Algunos que el sexo. Otros que leer, o jugar al mus, escuchar a Belén Esteban, o contemplar un esturión desovando. Quiero decir que debe haber tantos placeres como personas. Pero tiendo a pensar que cuanto más curioso y abierto es uno, mayor la colección de placeres. No sé si me explico.

Por cierto, escribir es un placer digamos inverso. Casi nunca satisface del todo el resultado, como diría Jules Renard siempre à la recherche du mot juste...

Nostalgia de Sangri-la

Si bien aquel niño era travieso y enredador, podía pasarse también las horas leyendo en perfecta calma los libros que encontraba en la biblioteca de su padre. Así le ocurrió con la colección Argos: Dime cuéntame, Dime cómo funciona, Dime quién es, Dime porqué...Los leyó todos, y algunos varias veces. Pero sentía predilección por una entrada del Dime dónde está, aquella que contaba la historia del Palacio del Potala, la residencia del Dalai Lama en la legendaria capital del Tibet. La poca o mucha imaginación que a partir de entonces tuviera, se la debería a aquel dibujo del maravilloso edificio y a su sucinto y revelador texto, no más de veinte líneas.

Con los años, su pasión por el Tibet no disminuyó. El niño, que ya era adolescente, seguía leyendo todo lo que caía en sus manos sobre el tema, fuera o no inventado (así, creyó a pies juntillas que El tercer ojo había sido escrito por un verdadero lama tibetano, para descubrir más tarde que su autor -Lobsang Rampa- era en realidad el seudónimo de un fontanero británico, eso sí, dotado una portentosa imaginación). Luego fueron los libros de fotografía, los Siete años en el Tibet o el Libro Tibetano de los muertos. Viajar un día al Tibet y quién sabe si seguir los pasos de Heinrich Harrer, ese sueño se había instalado de forma estable en el almario del joven.

Pero un buen día el sueño del Tibet se truncó. Para qué ir, si resultaba que el país invasor había decidido acabar con cualquier vestigio de la milenaria tierra tibetana y convertirlo en una deshumanizada provincia china más.

Años más tarde, el joven que ya era hombre empezaría a firmar cartas para que sacaran de la cárcel a presos tibetanos, detenidos, torturados o violados por los continuadores del legado uniformador de Mao. Y hace bien poco recibiría el golpe de gracia a lo que una vez fue un sueño hermoso: la salida humillante del Dalai Lama por la puerta de atrás de la Casa Blanca, entre bolsas de basura, para que el gigante amarillo no se sintiera demasiado ofendido por la recepción de un Obama que día a día nos quita la ilusión de otro sueño, el de un mundo algo más justo.

domingo, 7 de febrero de 2010

La abubilla de Amherst

No sé cómo será una abubilla, pero todo caso estaremos de acuerdo en que el sobrenombre es algo cursi. Llamémosla pues, simplemente, Emily Dickinson.

Hace unos años, y siguiendo las indicaciones de T., me compré una antología bilingüe de E.D. No entendí nada, ni en inglés, ni en castellano. Los poemas me parecieron inasiblemente místicos, incomprensibles. Así que aparté rápidamente ese cáliz de mí, pensando que igual no estaba preparado para asimilar poesía tan elevada.

Hace unas semanas, y gracias a los descuentos que le hacen a M. en la librería Bertrand, me hice ávidamente con unos cuantos libros, entre ellos una selección epistolar de la Dickinson a cargo de Nicole d'Amonville. A ver si por la vía de las cartas me entra la de Amherst, me dije (ya me pasó con Byron, que no me interesa como poeta pero sí como cultivador de lo epistólico). La introducción de Amonville engancha -la verdad, más que las propias cartas-, y permite hacernos una idea de la personalidad de E.D.: muy influida por la figura de un padre autoritario y a la vez respetado; la religión y el fenómeno de la conversión como constante social de la época; un espíritu sensible e independiente, que terminará por recluirse -casi 30 años- frente al mundo, revestido de un blanco material muy significativo.

Un bicho raro, la de Amherst. Aunque a veces consigue despertar nuestra ternura. En su última carta, sabiendo ya que su muerte es inminente y que prácticamente está llamando a la puerta, escribe a las queridas primas Norcross,

Primitas:

Me reclaman

Nada que ver (o sí), pero esas palabras nos llevan a otras, las que guardaba en el bolsillo Antonio Machado y que a la postre serían su último (y hermosísimo) legado: Estos días azules y este sol de la infancia...




miércoles, 3 de febrero de 2010

Un año sabático

Con la lectura sobre el cierre de El Bulli y las vacaciones que se tomará el Adrià durante dos años, vuelve uno a fantasear con esa idea de tomarse un año sabático. O, qué demonios, porqué no un quinquenio lustral. En esto, y en contra del dictum vanderohiano ("less is more"), cuanto más mejor.

Al respecto, se me ocurre que: 1) sabático debe venir de sábado, el mejor día de la semana; 2) a quién no le gustaría romper con la rutina, con los horarios y sobre todo con los pelmazos, a los que estamos obligados a aguantar tantas horas al día. Aunque sea para hacerse con otra rutina, con otros horarios, con otros pelmazos...3)en la Ejpaña de mis entretelas hay que echarle valor para tomarse un año sabático porque eso está mal visto: si así pecas, a tu regreso tendrás muchas más dificultades de las ya existentes -y ya es decir- para reengancharte en la cosa laboral, salvo que tu papá sea el dueño de la empresa. Y 4) el años sabático sólo se lo pueden permitir algunas minorías, los happy few: ricos o funcionarios, mayormente.

Yo pequé, o casi. Un par de veces. La primera, hace ya bastantes años. Me despedí, y me tomé nueve meses libres. Gracias a eso pasé unos meses en Axterixland y mejoré mi pauvre français. Gracias a eso conocí a nuevas gentes y parajes. Gracias a eso me pegué un viaje en coche -déjate de rutas 66- hasta casi Dinamarca, en el viejo Opel Ascona. Gracias a eso, en definitiva, me sentí de nuevo libre y me reciclé por fuera y por dentro. Percibí que era una medida muy higiénica...

La segunda vez que sabateé, fueron casi seis meses. Ocurrió hace bien poco. Lo gracioso es que no lo elegí yo, sino los ineptos que me recolocaban en Madrid. Al no saber con seguridad en qué momento empezaría, me autoconvencí de que tenía que moverme poco, no fuera que me llamaran de un día para otro. Y aunque ahora me arrepiento por no haber hecho de mi capa un sayo, me dio tiempo para mirarme bien el ombligo y ocuparme de menesteres más o menos lúdicos.

En todo caso, vuelvo a estar preparado. Que alguien me diga el qué, el cómo y el cuándo y estaré dispuesto para tomarme otro tiempo sabático. O incluso dominical.





domingo, 24 de enero de 2010

Una de héroes antárticos

Es una lástima, pero ya no volveré a escribir.

Lo siento por aquellos improbables lectores del blog que, al leer la frase, hayan pensado que por fín se iban a librar de mí, ya que hay que atribuírsela a Scott, quien la escribió horas antes de morir congelado en tierras antárticas.

Entre los héroes de aquella histórica carrera por el Polo Sur, prefiero no a Scott sino a Shackleton, incluso por encima del exitoso Admunsen. Y no porque Battiato le dedicara luego una memorable canción (http://www.youtube.com/watch?v=sxtq3oukxB8), sino porque el tipo se hacía querer publicando en prensa un anuncio como este:
"Se necesitan hombres para viaje arriesgado. Poco sueldo, mucho frío, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, regreso a salvo dudoso. Honor y reconocimiento en caso de éxito. Sir Ernest Shackleton".
¿Cómo no quedar prendado de alguien así, aunque luego utilizaran su método de supervivencia en cursos para yuppies y fauna parecida?

Hay un libro de lectura prescindible -Atrapados en el hielo, de Caroline Alexander- que narra lo que se ha considerado uno de los mayores fracasos en el mundo de los descubrimientos geográficos: la expedición de 1914, comandada por Shackleton con el objetivo de atravesar la Antártida en trineo. El barco en el que iban terminó encallando en el hielo y la expedición - La Endurance- tuvo que esperar muchos meses antes de ser rescatada por el propio Shakleton, que había emprendido un peligroso y tenaz viaje hasta Chile buscando ayuda. Y lo que no hay que perderse bajo ningún concepto son las fotos de época de Frank Hurley, en maravilloso blanco y negro.

L'audace capitano Shakleton, Shakleton...