Uno de los placeres de leer lo que a uno le viene en gana es jugar a hermanar, en peculiar cofradía literaria, a escritores tan (aparentemente) diferentes como Uriarte, Castilla del Pino o Trapiello. Y porqué no a Montaigne (ya salió el Zuazu y su señor de la Montaña, si). Pero es que, sin necesidad de escarbar mucho, tienen unas cuantas cosas en común: literatura del yo, veracidad, claridad. Y muchos y buenos libros detrás.
(Claro que también podría añadir a Jabois, últimamente, pero necesito leerle un poco más. A veces le sale una cosa como umbraliana que luce como fuego de artificio...hasta que se apaga).
Del difunto y controvertido Castilla del Pino, autor de una autobiografía monumental en más de un sentido, leemos estos días sus Aflorismos, sugerente variante del aforismo lichtenbergiano que consiste en verter en negro sobre blanco algo "que se me ocurrió, surgió o me apareció de manera más o menos inesperada". Aunque a nosotros nos parecen algo más que ocurrencias. Léanse aquí unas cuantas y piénsese si cualquiera de ellas no es más nutritiva que algunos libros que circulan por ahí :
"Cultivar la gana. La gana no es por sí misma la vida, sino la expresión de que se vive"
"En cada detalle está el todo. Aprender a ver el todo en la parte es comenzar a entender su significado"
"Un ideal: que el trabajo sea al mismo tiempo el trayecto para la realización". Ay
"Como dicen de la homeopatía, la soledad está muy bien en pequeñas dosis. A dosis altas es tóxica; caquectiza los sentimientos"
"El ateo es un creyente, pero en la inexistencia de Dios, ¡Un desastre lógico!"