Es conocido por haber sido uno de los maridos de la sexóloga y sin embargo (según él) puritana Elena Ochoa, y por haber dirigido la Biblioteca Nacional durante un tiempo. Yo le descubrí en un libro, de cuyo título no consigo acordarme (y paso ahora de mirarlo en google), que hablaba -y muy bien- sobre los placeres.
Así las cosas, vi el otro día en la librería Pasajes su autobiografía, y la compré. Berkeley, budismo, taoismo, movimiento hippie -que sucede al beat-, ácido, Bob Dylan; y su regreso a la Barcelona de la alcohólica gauche divine. Lo más interesante del libro es el capítulo sobre Pla, a quién trató, y del que bastaría ver la entrevista de A fondo (en inolvidable blanco y negro) para tenerlo en los altares. También amistó con Dalí, con alguno de los poetas novísimos, y parece que con Aznar. Esto ya uno lo entiende menos (a pesar de que el poeta favorito de nuestro ex presidente fuera Cernuda, o eso dijo el de la tableta de chocolate abdominal).
En fin, un libro egótico, aunque bien escrito y con su punto de interés.
Y para interés, la acampada en Sol. Pero esa ya es otra historia...