miércoles, 18 de mayo de 2011

lo último de Racionero



Es conocido por haber sido uno de los maridos de la sexóloga y sin embargo (según él) puritana Elena Ochoa, y por haber dirigido la Biblioteca Nacional durante un tiempo. Yo le descubrí en un libro, de cuyo título no consigo acordarme (y paso ahora de mirarlo en google), que hablaba -y muy bien- sobre los placeres.

Así las cosas, vi el otro día en la librería Pasajes su autobiografía, y la compré. Berkeley, budismo, taoismo, movimiento hippie -que sucede al beat-, ácido, Bob Dylan; y su regreso a la Barcelona de la alcohólica gauche divine. Lo más interesante del libro es el capítulo sobre Pla, a quién trató, y del que bastaría ver la entrevista de A fondo (en inolvidable blanco y negro) para tenerlo en los altares. También amistó con Dalí, con alguno de los poetas novísimos, y parece que con Aznar. Esto ya uno lo entiende menos (a pesar de que el poeta favorito de nuestro ex presidente fuera Cernuda, o eso dijo el de la tableta de chocolate abdominal).



En fin, un libro egótico, aunque bien escrito y con su punto de interés.



Y para interés, la acampada en Sol. Pero esa ya es otra historia...














lunes, 2 de mayo de 2011

Gibraltar

Tenía el capricho de visitar Gibraltar, así que fuimos. Llegamos en media hora, desde Sabinillas. Para saltarnos la cola de entrada (bastante larga), aparcamos en un MacDonald's que se encuentra justo al lado de la frontera.

En cinco minutos, pasamos de la Andalucía profunda a un reducto inclasificable. Y para que la experiencia fuera perfectamente surrealista, entramos ¡atravesando la pista del aeropuerto!


Bobbies, las archiconocidas cabinas british de teléfonos, monumentos por doquier (directa o indirectamente) bélicos, y ese peñón desmesurado, que parece estar en todos lados a la vez.


Mi cuñado Q. (el marido de mirmaaana, que al parecer así dicen los llanitos) se encontró con sus vecinos del 4º.


No vimos monos, pero compramos una botella de ginebra y otra de whisky.


Y decidimos volver, quizá en verano, para recorrer todo el tinglado defensivo, y para que algún guía no demasiado escorado nos cuente algo más sobre su historia. Al parecer, hay una claúsula en el tratado de 1713 por el que la colonia no podrá alcanzar jamás la independencia, pero sí que podría ser cedida a España. Aunque conociendo la postura del gobierno gibraltareño y sobre todo la de la pérfida Albión, es posible que la situación siga siendo la misma durante otros cuantos siglos más.