Así comenzaba una de las estrofas que cantábamos en misa; estrofas de canciones cuya letra no entendíamos (más o menos como la religión que la sustentaba), y que seguimos recordando casi al completo vaya Vd. a saber porqué (ya podríamos recordar la trigonometría o la tabla periódica, digo yo).
Nosotros preferimos canturrear la canción de Drexler con toque Ferlosio ("Yo soy un moro judío, que vive entre los cristianos...") y completar nuestro vago conocimiento de la realidad israelí con dos libros estupendos, "Las tribus de Israel" de Ana Carbajosa, e "Israel", de Alberto Masegosa. Ambos con prólogo del gran Enric González.
El caso es que vete tú a saber quién fundó Jerusalén, si el rey David o Godofredo de Bouillon. Aunque sí que sabemos lo que hemos visto: que además del impresionante pasado histórico que luce la ciudad dorada en forma de no pocos vestigios (otra cosa es la versión colorista que de ellos dan cada uno de los credos), en los dominios jerosolimitanos se encuentra una mezcla apabullante de etnias y creencias, como pocas veces hemos visto en otros lugares del mundo. Judíos askenazíes, mizrajíes, etíopes o rusos; judíos árabes; israelíes laicos nacional-sionistas; árabes musulmanes o cristianos. Armenios, yemeníes, estadounidenses, magrebíes...La locura. En todo caso, no nos dio la sensación de enfrentamiento entre ellos; si no fuera por la presencia continua y ubicua de los soldados israelíes, se diría que la convivencia es más que pacífica. Claro que luego te das cuenta de la realidad: no hay apenas convivencia entre ellos, en especial entre los grandes grupos (judíos, musulmanes, cristianos). Es simplemente que están condenados a vivir (al menos de momento), juntos.
(Aviso para navegantes: Jerusalén la dorada no es -en contra de lo que piensa algún ex-embajador israelí en España- la capital política de Israel. Bueno sí, lo es...para el propio Estado de...Israel. Ningún otro país la reconoce como tal. Ni siquiera, que se sepa, el amigo americano).
En todo caso, Israel es más que Jerusalén: es Massada, símbolo de la opresión de los romanos contra los judíos zelotes, cuyos descendientes aplican ahora la misma medicina al vecino palestino. Nos contaron que hasta hace poco, todos los soldados israelíes pasaban por ahí para imbuirse de las esencias nacional-sionistas y poder defender su tierra con mayor..zelo. Es también el Mar Muerto de nuestra infancia (me refiero al "Dime dónde está", del que se nos quedó grabada la imagen del tipo aquel leyendo el periódico mientras se daba un baño en aquellas aguas mortecinas). Y es Tel-Aviv, la ciudad tres veces profana y sus indignados acampando en protesta por el precio de la vivienda en plena Avenida Rotschild (nota del editor: una semana después, manifestación de 200.000 telavivis por este mismo tema).
Y en fin, Israel, es muchas cosas más que quizá descubramos en un próximo viaje. Aunque ya tengamos un destino favorito al que poder apelar a través la frase esperanzada de la diáspora judía, "El año que viene, en Jerusalén"...