viernes, 29 de octubre de 2010

a vueltas con el arte

Ayer fui a ver "Exit through the gift shop", un falso (o verdadero, que no lo tengo claro) documental sobre el mundo del arte y las pintadas en las paredes de la calle (en lenguaje pijo, "graffiti", o mejor aún, "street art", mucho más cool). En la peli salen los Bansky, Space Invaders y otros amantes del spray.

El caso es que luego me dio por recordar algunas frases estupendas leídas en las paredes de las calles (o en las paredes de otros, es decir, en sus libros): "Debajo de los adoquines está la playa", que decían los estudiantes franceses en mayo del 68; "Hay un país distinto en algún lugar" (cuenta el utópico Galeano que leyó en alguna pared a su vuelta del exilio); y otro narrado por el uruguayo que vio en Buenos Aires, "Nos mean y los diarios dicen que llueve" y también uno que leyeron estos ojos: "Es bueno dejar el trago, lo malo es no acordarse dónde". En fin.

A la salida del cine, discutíamos con J. y P. si estas cosas del Bansky y compañía eran arte o qué. Pues según y cómo. Si digo lo de Chéjov, que "arte es lo que a mi me gusta", pues hay cosas que están muy bien y seguramente perdurarán, aunque sea por su carga simbólica: estoy pensando en la niña dibujada por Bansky en el ominoso muro israelí, a la que se la llevan por los aires unos globos. Pero también hay mucha ocurrencia banal que dentro de un tiempito será olvidada por todos. Menos por el que la perpetró, claro.

Y ahora recuerdo que en el último paseo por el Retiro (precioso con sus árboles otoñales) entramos C. y yo en el Palacio de Cristal a ver la última ocurrencia: un tótem que se elevaba hasta el techo realizado a base de cachivaches de plástico. Una parida, y encima sin gracia. Si eso es arte...




































lunes, 25 de octubre de 2010

Japón rima con gong (continuación)

9. El pequeño templo de Ghioh-ji en Kyoto, lugar de retiro de la favorita de un señor feudal y que terminó siendo olvidada por su amado, haciéndose monja. Vale, la historia nos suena y podría haber ocurrido también en tierras castellanas, la diferencia estriba en los bellísimos jardínes que todavía cabe admirar. Y en el mismo paseo, un poco más lejos, la casa donde el gran poeta Matsuo Basho crearía alguno de sus haikai más celebrados:

Yendo hacia Kioto
Cubrían medio cielo
Nubes de nieve

10. La magia del santuario de Miyajima (Itsukushima-jinja), la isla sagrada del sintoismo, donde nadie puede morir ni dar a luz. Allí vimos la famosa torii o puerta plantada en medio del mar, accesible con la marea baja y donde C. y yo dejamos nuestra propia ofrenda. Siendo un lugar netamente turístico, es de una belleza indiscutible. También lo es la vista desde la cumbre del sagrado monte Misen, donde distinguimos hasta ¡30! islas del mar interior del Japón. Y no me olvido de Meta, el monje budista con el que nos comunicábamos con signos y que encarnaba toda la generosidad y la alegría de un iluminado

11. La increíble y colorida variedad gastronómica, que va mucho más allá del sushi, el arroz y la sopa de miso: carnes, verduras, pasta, legumbres, dulces...En general, cada comida, por modesta que sea, es un festín, y no me extraño de haber comido allí el mejor pescado y la mejor carne que haya probado nunca

12. Los siniestros restos de la Gembaku Domu o Centro para la Promoción Industrial de Hiroshima, que se encontraba muy cerca del epicentro de la explosión de la bomba atómica de aquel nefasto 6 de agosto de 1966 (hermoso día por otros egóticos motivos). Y cómo olvidar la carnicería innecesaria instigada por los EE.UU ("Little boy", bautizaron obscenamente a la infame)

Quien haya tenido la paciencia de leer los dos capítulos sobre Japón pensará, no sin razón, que me encantó el país, su paisaje y su paisanaje. Sin embargo, estoy convencido de que no me gustaría vivir allí. Pero esta es ya otra historia

viernes, 8 de octubre de 2010

Nobeles

Ante los últimos acontecimientos nobelísticos, me veo obligado a suspender momentaneamente la serie sobre Japong. Dos apuntes relacionados:

1. Nobel de Literatura: Hay mucha gente que todavía confunde churras con merinas: en cuanto un escritor, actor, músico, etc., no coincide con sus postulados ideológicos, lo rechazan, también como artista. Por mi parte, creo no comulgar con el señor Vargas Llosa en lo ideológico; y sin embargo, estoy seguro de que estamos ante un escritor extraordinario. He disfrutado muchísimo con algunas de sus novelas, y espero seguir haciéndolo. Después de varios años concediendo el premio a autores ilegibles, por fin le dan el Nobel a alguien que escribe bien, muy bien, y que cuenta con unos libros que son ya clásicos de la literatura. Mi enhorabuena a la Academia, que otorgando este premio también se premia a sí misma
2. Nobel de la Paz: Aunque es también otro premio desvirtuado (basta con recordar que en su dia se lo dieron no ya a Obama, sino a un tal Kissinger), muchos teníamos la esperanza de que se lo concedieran justamente a la Fundación Vicente Ferrer. No ha sido así, pero pienso que ha sido merecido: se lo han dado a Liu Xiaobo, activista chino por los derechos humanos que cumple condena por pedir un poco de democracia para su país. Como no podía ser de otra forma, el gobierno de allí ha criticado duramente la concesión del premio, y ha amenazado a cualquiera que se atreva a mostrarse en desacuerdo. Pues bien, el único que hasta ahora apoyado claramente la concesión del premio ha sido...El propio Obama, quien de esta forma ha justificado un poco el premio que tan absurdamente le concedieran hace un año. De Moratinos, tal y como es habitual cuando se trata de ponerse de parte del débil, seguimos sin tener noticias.

martes, 5 de octubre de 2010

Japon rima con gong (I)

Si pienso en el viaje al país del sol naciente, me instalo en algunas imágenes capaces de definir -o eso creo- un territorio (paisaje y paisanaje) lleno de contrastes:

1. El metro de Tokio, casi siempre lleno -es cierto que existen empujadores oficiales-, sus lolitas, los salary-men, los ubicuos ancianos a los que nadie dejaba el sitio, casi todos enfrascados silenciosamente en sus teléfonos móviles llenos de abalorios

2. Los Ryokan, hoteles tradicionales con habitaciones de tatami hechos de paja de arroz, encima de los cuales se instalan unos futones. Uno duerme casi a ras de suelo -lo cual debe tener su sentido filosófico, solo que ahora no se me ocurre cual-, y ay del que tenga alguna alergia o sensibilidad especial a los ácaros (así, la pobre C., a la que casi se comen viva)

3. Ando por cualquier calle tokiota y de repente me doy cuenta de que los japoneses (y japonesas, que diría la Pajín) son zambos ¿Por qué, si no son futbolistas ni montan a caballo? No lo sé. También son tímidos, pero creo que ahí hay una razón cultural

4. Los dos relatos de Mishima ("La perla" y "Patriotismo". Gracias, G.) te transportan como pocas cosas a la esencia de un Japón no tan lejano en el tiempo. Y de paso, las vidas (y muertes) trágicas del propio Mishima, de Kenzaburo Oé, o de Kawabata

5. Los trenes bala (Shinkansen), que recorren las largas distancias insulares a 350 km por hora, mientras en algunos lugares demoran literalmente horas en preparar el té o un ramo de flores

6. Las reverencias. Ay, las reverencias. Hay escenas cómicas, en las que dos o tres personas entran en un bucle reverencial interminable. Como cuando nos despedimos aquí y luego nos quedamos una hora más hablando, pero más chistoso

7. En Japón he visitado -y admirado- los jardines más hermosos que conozco. Lo dijo Tomoko: desde cualquier lugar que mires estás viendo un jardín diferente. Y mientras que uno no se cansa de contemplarlos, con los templos budistas y sintoistas ocurre lo contrario: a partir del décimo empalagan

8. En plena búsqueda del mito cultural japonés, como si dijéramos, sale de repente una maiko (aprendiz de geisha) por una de las puertas del barrio de Gyon, y se monta una buena. Paparazzi, masas enfervorizadas. Nos preguntamos si son las belenes estébanes niponas (solo que con mejor formación)