jueves, 15 de noviembre de 2012

Diario de otoño III


Cansancio. De las cosas, de las personas, de las noticias. Y sobre todo, de mí mismo. En nuestra inercia mental, creemos que nada cambia en lo esencial y que todo porfía por seguir igual. Seguimos siendo egoístas, vamos a lo nuestro, se nos da una higa lo que le pase al prójimo, al próximo. Con un poco de suerte, estaremos al quite si algo le ocurre a un ser querido; pero qué nos importa lo que le ocurra al Otro, así, con mayúsculas. 
Y sin embargo, la alternancia de estaciones revela para el ser atento una ley natural inalterable que ya observó Heráclito: todo cambia. 
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¡Lo he experimentado tantas veces! En momentos de frustración, o de ofuscación, hay que salir en búsqueda de la naturaleza. Y sí, atendemos a los cantos de los pájaros, al ocaso, a la compañía tranquila de los árboles. Y así, el milagro opera en nosotros y nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos. 

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Amar y sentirse amados, no hay más. Ni debería haber menos.

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El poeta se distingue por ser capaz de ver el mundo en un grano de arena. O eso decía Blake.

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Me desperté pensando en Obama. ¿Habría ganado? Puse la radio, y escuché su voz. Estaba terminando su discurso; es decir, había ganado. Respiré profundamente. Por la tarde, quedé con el amigo J. y, después del cine, le pregunté si estaba contento con la victoria del demócrata. "Me da igual quien gane", dijo. "Su victoria no influye en lo que pasa o pase aquí, en España". No estoy de acuerdo. Hablamos de la -todavía- principal potencia mundial, y de alguien cuyas decisiones influyen en todo el mundo. Su actitud frente a Irak, Afganistán, su plante frente al fascista de Netanyahu; su decisión de ofrecer la sanidad a las capas más desfavorecidas de los EE.UU; y porqué no su talante, su conocimiento del mundo, su oratoria creíble y apasionada. ¿Nada de eso cuenta? Su oponente, otro Bush solo que mejor vestido; pero con las mismas ideas reaccionarias y elitistas. Cómo no preferir a uno que al otro. Y el estupor de leer que mi admirado Clint Eastwood apoyaba al mormón por ser un "decente hombre de negocios"; se ve que no todos saben envejecer con sabiduría.

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Y como en el verso del clásico, siempre mañana y nunca mañaneamos.

2 comentarios:

  1. No te sorprendas, Zuazu, por las inclinaciones de Madera del Este. Piensa en John Wayne, en Charlton Heston y en el ínclito Reagan...

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  2. La elección de Obama (Amabo o Ebamo según las profecías), nos trae las trompetas del Apocalypse.
    "Y a partir de entonces sólo será el lloro y el crujir de dientes..."

    Watch out !!

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